Interocepción

¿Las señales socio-emocionales externas son percibidas de manera diferente por el cerebro en función de los estados internos de nuestro cuerpo?

Interocepción

Autores: Agustín Ibáñez Fuente: Interoception primes emotional processing: Multimodal evidence from neurodegeneration – The Journal of Neuroscience, 2021 JN-RM-2578-20; DOI: https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.2578-20.2021

Resumen 

¿Las señales socio-emocionales externas son percibidas de manera diferente por el cerebro en función de los estados internos de nuestro cuerpo?

En este estudio evaluamos si la percepción de los estados emocionales de los otros depende de los estados interoceptivos internos, combinando medidas multimodales (experimentos conductuales, electrofisiología, anatomía cerebral y conectividad de redes cerebrales) en controles sanos y pacientes con enfermedades neurodegenerativas (enfermedad de Alzheimer, de Parkinson y demencia frontotemporal).

Nuestro estudio sugiere que si las personas se focalizan en sus propios estados internos corporales (interocepción cardíaca) la percepción de las emociones mejora, acompañándose de modulaciones a nivel conductual, electrofisiológico, neuroanatómico y de conectividad cerebral.

Además, la demencia frontotemporal, una condición caracterizada por déficits socioemocionales, presenta marcadores neurocognitivos convergentes y multimodales de disrupción interoceptiva durante el procesamiento emocional (déficits conductuales selectivos, modulaciones de potenciales evocados anormales del corazón, atrofia insular-cingulada y alteraciones de la red de saliencia), en comparación con pacientes con Alzheimer, enfermedad de Parkinson y controles.

Estos resultados apoyan una modelo de codificación predictiva de las emociones en base a estados interoceptivos, proponiendo además una carga alostática inadecuada en la demencia frontotemporal.

Todo es según el cuerpo con que se mira

El mundo externo que nos rodea no es percibido de forma refleja o pasiva. Aprendemos a percibir la realidad en base a nuestra propia fabrica de sentido que brinda a cada uno de nosotros perspectivas parcialmente similares y parcialmente diferentes. El poema de Ramón de Campoamor afirma primorosamente “que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”, capturando la mirada interior con la percibimos y actuamos en el mundo.

Las neurociencias cognitivas se han abocado enormemente a entender como nuestro cerebro percibe el mundo exterior (especialmente en el caso de nuestro sistema visual), olvidando a menudo que el cerebro es en sí mismo un cristal que establece como percibimos. Sin embargo, los enfoques actuales de la cognición situada y corporizada nos vuelven a recordar que nuestro cuerpo y sus circunstancias son algo más que un filtro potente por el que observamos la realidad.

En particular,  la importancia de las señales internas del organismo a partir del estudio de la interocepción -procesos mediante los cuales el cerebro censa, integra y envía información acerca de los estados corporales, ha cobrado una enorme relevancia. Imhotep en Egipto hace varios milenios advirtió que flujo sanguíneo cardíaco influenciaba al cerebro, y algunos filósofos griegos propusieron que el corazón y los intestinos eran el motor de la mente.

Pero fue William James, filósofo y psicólogo estadounidense quien mucho más tarde sugirió que las percepción de las emociones tiene una base corporal. Para él, el origen de las emociones provenían de las vísceras. Mas tarde, Sherrington introdujo el término interocepciónA pesar de ello, paso mucho tiempo para que el cuerpo tomara un rol protagónico en las neurociencias cognitivas contemporáneas.

Las emociones de los demás bajo el cristal de nuestro cuerpo

Los procesos interoceptivos se pueden evaluar de forma muy sencilla, por ejemplo a través de tareas en las cuales los participantes siguen a sus latidos cardiacos. En base a esta tarea, se ha surgido una nueva agenda clínica-terapéutica en múltiples enfermedades psiquiátricas y neurológicas, incluyendo la depresión, la ansiedad, la anorexia, la depresión, los accidentes cerebrovasculares, la hipertensión, la demencia y los llamados trastornos funcionales. Mas recientemente, se ha sugerido que los procesos interoceptivos podrían impactar en la cognición social (empatía, toma de decisiones sociales) y las  emociones.

La teoría de codificación predictiva interoceptiva propone que los estados interoceptivos son usados en las predicciones futuras (o inferencia Bayesiana) basada en las experiencias corporales previas, lo que tiñe la percepción de los fenómenos sociales externos. Sin embargo a la fecha, no se ha logrado demostrar de forma consistente que al cambiar los estados interoceptivos cambie también  la percepción del mundo social externo y sus correlatos cerebrales.  

Como nuestro cuerpo impacta en la percepción de las emociones y como ello se afecta por las enfermedades neurodegenerativas

La neurociencia cognitiva y la neurología del comportamiento han comenzado a destacar los estados interoceptivos como moduladores centrales de las emociones (y en particular de las negativas, como el asco, el enojo, o la rabia). Sin embargo, el campo carece de diseños experimentales que manipulen la percepción de las emociones a través de la interocepción y sus correlatos cerebrales.

En este estudio diseñamos una tarea experimental que involucra condiciones de focalización interoceptiva cardíaca (atender a los propios latidos) y de control exteroceptiva (atender a un sonido eterno) seguidas de la presentación de emociones faciales en las que los participantes deben reconocer el tipo de emoción.

Reclutamos a 114 participantes, incluidos controles sanos, y pacientes con demencia frontotemporal variante conductual (bvFTD), enfermedad de Parkinson (EP) y enfermedad de Alzheimer (EA). Durante la tarea, medimos las modulaciones de la actividad cerebral cortical (con EEG, evaluando el potencial evocado del corazón, o HEP) y su asociación con los patrones de anatomía y conectividad funcional.

A nivel de desempeño, solo los pacientes con bvFTD experimentaron déficits para seguir a sus estados corporales interoceptivos en comparación con los controles. En estos últimos, focalización interoceptiva cardíaca generó un mejor reconocimiento de las emociones negativas (en comparación con la tarea control), pero este efecto se anulo en los pacientes con bvFTD. Las actividad cortical cardíaca (HEP) se incremento durante el reconocimiento de emociones negativas, pero solo en la condición de focalización interoceptiva cardíaca, tanto en controles como en EA.

En todos los grupos, el reconocimiento de emociones negativas durante la tarea de focalización interoceptiva cardíaca se asoció a un mayor volumen de la ínsula y la corteza cingulada anterior, dos regiones cruciales de regulación interoceptiva y alostática. Además, el reconocimiento de emociones negativas se asoció con la conectividad de la red de saliencia (una red interoceptiva-alostática) en la tarea de focalización interoceptiva cardíaca, y con la red ejecutiva en la condición control de estímulos externos.

La actividad de la red de saliencia se vio afectada en relación al reconocimiento emocional interoceptivo en la bvFTD. Nuestros resultados en conjunto sugieren que los estados interoceptivos moldean el reconocimiento de emociones y sus correlatos cerebrales, al tiempo que revelan un marcador fisiopatológico específico de bvFTD. Estos hallazgos brindan una agenda teórica y clínica prometedora para la comprensión de la interocepción, la emoción, la alostasis y la neurodegeneración.

Devolver el cuerpo en la percepción de la realidad

La investigación de la interacción entre las señales corporales internas y las emociones tiene una larga controversia en la neurociencia cognitiva, la psiquiátrica, la neurología y disciplinas relacionadas.  Este estudio, en conjunción con otros resultados tienen implicaciones teóricas y clínicas. La construcción de estados subjetivos corporales permea múltiples procesos de percepción externa.

Dado que el procesamiento de las emociones de otros (y demás objetos externos) parecería depender de la propia percepción visceral, muchas de las prácticas clínicas podrían mejorarse si comprendemos mejor la interocepción. Esta pasa a ser un componente esencial de la alostasis, la anticipación en base a necesidades fisiológicas y estados internos, de las señales externas y el contexto. Ello abre nuevas avenidas para una agenda clínica en el cruce de neurociencia cognitiva, psiquiatría, y neurología cognitiva.

Al parecer, el cerebro utiliza los estados internos del cuerpo para anticipar las necesidades del contexto y definir las respuestas más adaptativas.

En el caso los latidos cardíacos y otras señales viscerales, esto sugiere que la percepción de la información socioemocional externa es un proceso activo basado en las propias experiencias anteriores junto a las expectativas del contexto. En otras palabras, la percepción de la realidad exterior es una co-construcción de una narrativa interna.

Si bien dicha conclusión pueda sonar puramente filosófica, e incluso interpretarse incorrectamente como solipsismo a la Berkeley, creo que abre nuevas posibilidades. Las clínicas multi-disciplinares del padecimiento físico y mental requieren nuevas enfoques que permitan esclarecer el funcionamiento de estos procesos subjetivos y corpóreos que ocurren en los pacientes.

Un claro ejemplo de ello son los trastornos funcionales (que suelen involucrar padecimientos cardiovasculares, gastrointestinales o de dolor crónico), en los que la incomprensión de estados interoceptivos u subjetivos de los pacientes por parte de los médicos conducen a menudo a sobre-medicación, negligencia o subestimación del sufrimiento.

Los profesionales de la salud muchas veces están atrapados en vacíos teóricos y metodológicos para evaluar el padecimiento subjetivo, y mucho más para evaluar como dicho padecimiento impacta en la percepción particular del mundo externo. Este vacío pareciera provenir de malinterpretar el cuerpo al servicio de cerebro en un esquema de homeostasis. En oposición a ello, para la alostasis, es el cerebro el que esta activamente al servicio del cuerpo.

Al parecer, el estudio de las realidades externas a menudo reniega de nuestro universo interno. Carl Sagan nos recodaba que somos “polvo de estrellas”. Incluso antes, en 1929, el astrónomo Harlow Shapley decía en el The New York Times que “nuestros propios cuerpos se componen de los mismos elementos químicos que se encuentran en las nebulosas más distantes”. La neurociencia de la interocepción replicaría hoy, en un artilugio paradójico y circular, que el cristal de nuestro cuerpo le devuelve hoy ese brillo peculiar a las estrellas.

Fuente: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=97887

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