¿Podría compararse el tema del disco Locura con el concepto de disonancia cognitiva? ¿O esa es solo una interpretación debatible?

por Celina Abud – Fuente: IntraMed 

“Ya no estás riéndote sola, ya no estás burlándote más”. Con esas palabras arranca el sexto tema del disco de Virus, Locura (1986), que se titula “Dicha feliz”. La frase inicial más el título es una invitación a la escucha que promete una ironía estática entre clásicos más movidos.

Su estribillo “soy tan feliz, que la dicha invade mi felicidad, me estoy sintiendo bien de cuerpo y alma” tiene el sello de la voz Federico Moura, pero esta vez sin juegos ni matices, con ´la nada´ como recurso.

El tema, desde lo lírico y lo sonoro propone un corte abrupto dentro de la escucha de Locura. Su melodía monótona es precedida por el hit “Una luna de miel en la mano” y  la canción que la sucede es la también rítmica “Sin disfraz”. El primero de esos temas alude a la masturbación, mientras que el segundo sugiere frases y juegos de palabras relativos a dejarse ser, como “por un minuto abandono el frac y me desnudo en lo espiritual para amar”, o “en taxi voy, Hotel Savoy, y bailamos”.  Nada que ver con “Dicha feliz”, un track que parece estar cansado, con un ritmo rutinario y un discurso exagerado desde lo verbal, pero que no pretende tener la finalidad de transmitir algo.  

En el sitio Metacultura, el periodista Marcos Arenas dijo: “Dicha Feliz es una composición pequeña y profundamente sarcástica a medio tiempo en la que la redundancia del título esconde un dolor acumulado por peleas en la pareja, pesar que muta en una felicidad sardónica en la que el protagonista celebra que la contraparte vuelva a él en plan sumisión y con la cabeza gacha, definitivamente pidiendo un perdón que abre la puerta al sadismo y una venganza de colmillos rechinantes”.

Más allá del sarcasmo –y la interpretación de la felicidad sardónica– cuando el tema es escuchado el contraste es evidente. También se piensa la disonancia, por la letra (o al menos el estribillo) que no combina con la música. Así, la pieza nos invita a la necesidad de entender, pero no a través de la exploración, sino desde la quietud de quien reflexiona.

Pero la disonancia y el stop frente a tanto movimiento es también una interpretación. Después de todo, las obras que más se recuerdan son las que tienen la suficiente opacidad referencial, para que quien las consume pueda hacerlas propias.

Pensemos en el concepto de disonancia cognitiva que hace referencia a “la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto”.  En otras palabras, el concepto formulado por el psicólogo estadounidense Leon Festinger, hace referencia a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas.

La teoría de Festinger plantea que, al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy evidente, la persona se ve motivada a esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir esta tensión y construir cierta coherencia interna. Entonces, si volvemos a “Dicha feliz”, ¿podríamos asociar la canción con este concepto? La respuesta es sí y no, todo depende del punto de vista.

En sentido estricto, Festinger habla de dos cogniciones que chocan. Podemos conocer el conjunto de palabras, pero la música es otro lenguaje al que le asignamos una emoción. Así, el que la escucha termina de completar la obra en su cabeza. Si la persona que oye la melodía piensa que es triste, entonces la tristeza de la música choca con la “dicha feliz”.

Hablemos entonces de la completitud de la obra. Y de cómo frente a la opacidad, son las narraciones de quienes escuchan el tema (o ven un cuadro, o miran una película con final abierto) las que explica los huecos. Tal como postulaba Festinger, los consumidores generan “ideas y creencias nuevas para reducir esta tensión (cognitiva) y construir cierta coherencia interna”.

Vayamos un ejemplo pictórico, con el cuadro La Reproduction interdite (La reproducción prohibida, 1937), obra surrealista del artista belga René Magritte, en la que vemos a un personaje que nos da la espalda y se mira a sí mismo en un espejo. El reflejo le devuelve su imagen, sólo que en lugar de presentarle su frente muestra también su espalda.

Tal como explica la escritora y poeta Belén Gaché, la pintura pertenece a la serie de falsos retratos de Edward James, banquero y benefactor Magritte, en los cuales el rostro del modelo nunca es representado. “En cambio, el detalle del libro (Las aventuras de Arthur Gordon Pym of Nantucket, escritas por Edgar Allan Poe), hacia el borde inferior derecho, sí es representado en forma realista, sirve de contraste y enfatiza la violación de las leyes ópticas del retrato. Falso retrato, falso espejo, falsa identidad, falsa mirada, Magritte denuncia el hecho de que toda representación de la realidad es imposible”, señala.

Cabe aclarar que Magritte era gran admirador de la literatura de Poe. “El libro aquí representado es un ejemplar de la única novela del escritor. Haciéndose pasar por un relato no ficcional, el texto da cuenta de un viaje marino hacia el país de Symzonia, ubicado en algún lugar del Pacífico Sur. La narración, como ocurre con los textos de Poe, se vuelve fantástica e irreal. El viaje se vuelve un imposible viaje hacia el interior de la Tierra y cuestiona, al igual que las obras de Magritte cuál es la verdad y la realidad de las cosas”, agrega Gaché.

Si vemos el retrato imposible con el libro imposible, el cuadro se completa con la narración. (tanto la del libro, como la que desarrollamos al verlo). Lo oculto versus lo hiperrealista; el contraste; el valor que nosotros le damos a ese contraste para hallar una explicación. El artista belga nos propone recuperar la capacidad de asombro, dudar de la realidad para volver a descubrirla. O también, generar nuevas ideas y creencias nuevas para reducir la tensión entre dos cogniciones y construir cierta coherencia interna, si volvemos a la disonancia cognitiva.

Si de arte hablamos, cuando dos ideas entran en conflicto, es nuestra explicación (o narración) la que completa la obra para hacerla propia y disfrutarla a otro nivel. Así al menos lo muestran “Dicha feliz” y el cuadro de Magritte. ¿Coincidencia o no que la tapa del álbum Locura La Reproduction interdite muestren imágenes con espejos ambiguos? Todo depende de la narración de cada uno.  

*Celina Abud es periodista científica. 


Referencias

• Arenas, Marcos. Irreverencia y elegancia, Metacultura.

• Gaché, Belén. Prohibida la reproducción, Caramelos de violetas.


Fuente: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=101161

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