Los fundadores de Google y su empresa matriz, Alphabet, fueron pioneros en poner a los empleados como una prioridad y dijeron que nunca se doblegarían ante Wall Street. Cómo cambian las cosas.
por STEVEN LEVY

¿Irá Google a hacer un creativo doodle sobre los 12 mil despidos de Alphabet? Quizá no. Larry Page y Sergey Brin, los cofundadores de Google, protagonizaron en 2004 un extraño espectáculo pasivo-agresivo cuando la compañía empezó a cotizar en la bolsa. Se negaron a responder a muchas preguntas de los peces gordos de las finanzas y advirtieron a los inversores de que, en vez de centrarse en los beneficios, la nueva empresa pública podría utilizar sus recursos para ”mejorar algunos de los problemas del mundo“. Ambos fundadores temían a las limitaciones que genera el hacer pública a una compañia, y prometieron que Google nunca bailaría al son de Wall Street. Para asegurarse de eso, estructuraron la empresa de modo que los propios fundadores controlaran la mayoría de las acciones con derecho a voto. Pero ni así.
En lugar de devolver el dinero a los accionistas, Google consentiría al talento que impulsaba sus innovaciones, proporcionando ventajas como masajes en la empresa, comida gratis y lujosas compensaciones. Por ejemplo, a finales de 2010, Page y Brin dejaron a sus trabajadores con la boca abierta cuando anunciaron un aumento general del 10%, la duplicación de la ya generosa prima anual y un regalo de Navidad de mil dólares, solo porque se podía. Los beneficiarios ya percibían sueldos superiores a los del mercado, incrementados además con lucrativas acciones. Pero la generosidad de los fundadores dejó claro que no estaban jugando cuando decían que los empleados eran el corazón de la empresa.
Ahora parece que son el apéndice
Brin y Page no han estado tan implicados en el negocio durante mucho tiempo pero, en los 25 años de historia de la empresa, mucho ha quedado de ese legado que dejaron y que desafía lo convencional. Eso al menos hasta este mes, cuando Alphabet, la empresa matriz de Google, despidió a 12 mil empleados, alrededor del 6% de su plantilla, incluidos muchos altos cargos y algunas personas que habían trabajado allí desde sus inicios. Para una empresa famosa por mimar a sus trabajadores, los despidos supusieron un balde de agua fría. Sobre todo porque algunas de las víctimas fueron despachadas con frialdad, cortándoles el acceso al correo electrónico incluso antes de que pudieran despedirse de sus colegas de toda la vida.
Pero Alphabet no es la única empresa que despide (mucha) gente. Los altos ejecutivos de Meta, Microsoft, Salesforce y Amazon, entre otras, están haciendo lo mismo: cortar cabezas para hacer frente a lo que de repente perciben como un exceso de personal. El memo del actual CEO, Sundar Pichai, era tan similar al de otros despachos corporativos que parece que todos alimentaron a ChatGPT con las mismas indicaciones:
“Oye, lo siento, fui demasiado optimista en la contratación cuando estábamos ahogándonos en dinero durante la pandemia, así que algunos de ustedes ahora tendrán que irse. Pero esto es solamente un bache en nuestra trayectoria.Estoy muy ilusionado con el futuro del que no todos formarán parte”.
El fin de la era de los empleados
El descuartizamiento en Alphabet es diferente. Aparte de unos cientos de empleados de ventas en 2009, la empresa nunca había experimentado una ola de despidos importante. Con ello hay señales de que llegó el fin de la era de los beneficios ilimitados. Entre los afectados por los recortes se encuentran 27 masajistas de la empresa, por ejemplo. Y no es que la compañia esté en peligro financiero, aunque el crecimiento se ha ralentizado y las acciones han bajado, pero eso es algo que ha pasado últimamente con todas las demás empresas tecnológicas. Alphabet sigue facturando mucho dinero. En el último trimestre de 2023, la empresa obtuvo 14 mil millones de dólares de ganancias. También tiene 116 mil millones de dólares en sus arcas, y en los últimos años ha gastado más de 100 mil millones de dólares en recomprar sus propias acciones, algo que encanta a Wall Street, pero que no hace nada por el negocio.
Pichai tiene argumentos para justificar los despidos de Alphabet y el recorte de los beneficios. Con 187 mil empleados, es innegable que había miles de personas cuyo trabajo no era esencial para la empresa; probablemente no solo los masajistas, sino también cientos de mandos intermedios que realizaban proyectos no esenciales. Brin y Page siempre pensaron que los mandos intermedios ralentizaban la innovación. Como era de esperarse, quienes trabajaban en el competitivo campo de la inteligencia artificial se salvaron de los despidos, incluido el grupo de investigación, Google Brain. De hecho, Pichai argumentó que los recortes se realizaron para que Google pudiera dedicar más recursos a la inteligencia artificial.
En cierto modo los despidos representan lo que parece un cambio gradual de filosofía. Durante años, Alphabet ha financiado proyectos (y creado divisiones enteras para ellos) dedicados a producir nuevas formas de tecnología. Una de ellas era una incubadora interna llamada Area 120 que con los recortes de este mes básicamente se cerró. Wall Street lleva años quejándose de la falta de rentabilidad de las “otras apuestas” aspiracionales de la empresa, y ahora resulta que la compañía parece más centrada en sus negocios clave.
El dinero siempre manda
Es cierto que Alphabet ha invertido miles de millones de dólares en la búsqueda del próximo gran boom. Pero esos proyectos son escasos. Invertir en nuevas empresas internas es aún más importante ahora que el gobierno de Estados Unidos y la Unión Europea no ven con buenos ojos las adquisiciones por parte de las gigantes tecnológicas. El movimiento más exitoso de Google, después del servicio de búsqueda, fue la compra de YouTube por mil 600 millones de dólares en 2006, una adquisición que la directora de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan, nunca dejaría pasar si ocurriera hoy.
También es descorazonador que Alphabet parezca más inclinada a contar los centavos en los beneficios de sus empleados. Es fácil burlarse de las grandiosas bondades que Google concede a su gente. También es cierto que no muchas empresas pueden generar los beneficios que pagan todo eso. Pero Brin y Page estaban convencidos de que tratar a los trabajadores excelentemente bien era un buen negocio. ¡Qué concepto! Una innovación disruptiva por derecho propio que se convirtió en el modelo para casi todos los contendientes de Silicon Valley. No solo las gigantes tecnológicas, sino también las startups bien financiadas competían ferozmente tanto por chefs de primera categoría como por adeptos al aprendizaje automático. Fue un gran experimento que se enfrentó a la creencia de Wall Street de que la mejor mano de obra es la que sufre privaciones brutales y es sacrificada sin piedad. Ese experimento no parece tan bueno ahora, y eso va en detrimento de los trabajadores de todo el mundo, así como de aquellos de nosotros que estamos hambrientos de ver alguna idea loca convertirse en la próxima gran cosa. Supongo que ahora será más probable que salga de una startup.
Casualmente, o tal vez no, los movimientos de Alphabet se producen cuando uno de los mayores accionistas de la empresa, el magnate de los fondos de cobertura, Christopher Hohn, se ha estado comunicando con Pichai. Hohn se ha estado quejando públicamente de que la empresa debería recortar drásticamente su plantilla. Los despidos actuales del 6% son solo “un paso en la dirección correcta”, escribió, y abogó por una reducción del 20%. También se quejó de los altos salarios y de que se gastara demasiado dinero en ‘Otras Apuestas’. El objetivo de que Brin y Page mantuvieran la mayoría de las acciones con derecho a voto, por supuesto, era que no tuvieran que escuchar a los multimillonarios de los fondos de cobertura defendiendo el despido de trabajadores o el recorte de sus salarios.
Aunque los Googlers que quedan siguen estando bien pagados y alimentados, este episodio puede llevar a algunos a explorar otras opciones. Aunque Pichai y su equipo intentaron esta semana explicar a quién se había despedido, las personas con las que hablé no tenían ni idea de por qué se había despedido a ‘X’ y se había mantenido a ‘Y’. Lo que está claro es que ‘Y’, y todos los demás en la empresa (excepto, tal vez, sus niños dorados de la inteligencia artificial), están ahora un poco menos seguros de su estatus. “Se siente como un cambio en la compañia”, refiere un ingeniero de software que no puede entender por qué recibió su carta de despido. “Definitivamente tengo la sensación de que incluso los empleados de alto rendimiento a largo plazo que se quedan ahora estarán cuidándose mirando por encima del hombro”.
En su nota, Pichai prometía que Google mantendría su “sana consideración por lo imposible, que ha sido el núcleo de nuestra cultura desde el principio” Desgraciadamente, ha resultado imposible hacerlo sin despedir a gente, asustar a los supervivientes, y poner en tela de juicio los valores únicos de la empresa.
Un viaje en el tiempo
En mi libro de 2011, In the Plex: How Google Thinks, Works, and Shapes Our Lives (En el Plex: cómo piensa, trabaja y da forma Google a nuestras vidas), escribí sobre las reticencias de Brin y Page a que la empresa empezara a cotizar en bolsa.
Google saldría a la bolsa. Pero Larry y Sergey lo harían a su manera. Los valores de Google se enfrentaban a los valores de Wall Street, que encarnaba todo lo que sus fundadores despreciaban de la tradicional e irracional América corporativa …
Page y Brin redactaron una carta personal dirigida a los posibles inversores, en la que explicaban en un lenguaje sencillo, por qué Google era especial y, por tanto, tendría una relación diferente a la de otras empresas con sus accionistas … “Queríamos que la gente supiera a qué atenerse”, asegura Brin …
“Google no es una empresa convencional”, comenzaba la carta de Page, hecha pública el 29 de abril de 2004, “no tenemos intención de convertirnos en una”, era una advertencia explícita a los accionistas potenciales: ¡Abróchense los cinturones!
Fuente: https://es.wired.com/articulos/cuanto-han-cambiado-las-cosas-en-google-despidos-masivos-alphabet