por Gustavo Tejera
Y llegamos a nuestra primera entrega de newsletter del año.
Próximos a la entrada del último participante de la Vuelta Ciclística del Uruguay en Pascua, el país navega por una desenfrenada y desleal carrera electoral, llena de posverdades.

La Inteligencia Artificial nos saturará también con la comprobación de que quitará empleos y/o bajará la calidad de los mismos.
Pero el mundo sigue girando y ciertos e inevitables cambios sociales son la prueba de la supervivencia de los más aptos. He aquí el punto de nuestro título: hay casos de éxito que se arraigaron en el protagonismo puntual en un ambiente pequeño (es decir, existen gracias a eventos históricos irrepetibles), el amiguismo cogeneracional, el oportunismo y la falta de talento de los desarrolladores de software. Esto los aleja de ser verdaderos referentes de la evolución social del país y el compromiso ético/moral con la sustentabilidad.
Así es, Uruguay tiene muchos récords. Tenemos la mayor gloria futbolística per cápita del mundo, en el cáncer también estamos en los primeros puestos pero, y bajo los hechos, es un país que depende de una sola herramienta propietaria para el desarrollo de software.
El monopolio en el mundo tecnológico nos llena de sesgos, sobre todo porque a la luz popular ciertos empresarios se vuelven consultores y visionarios.
La historia se encargará de evaluar el porqué del subdesarrollo social, educativo y sanitario del Uruguay a pesar de existir tanta bonanza económica para las tecnológicas. Es una paradoja, de las peores.
En el boletín Nº 125, éste tema y muchos más.