Durante casi dos décadas, las empresas han recurrido a sus clientes para que les ayuden a tomar las decisiones, empleando una investigación empática para generar estantes de nuevos productos y servicios basados en las profundas demandas de los consumidores. El centrarse en el cliente por sí solo es una práctica reflexiva, útil y de aprendizaje, pero también una forma dolorosamente obvia de hacer negocios y crear cosas nuevas.