En 1637, la gente no podía dejar de comprar bulbos de tulipán. A mediados del siglo XVII, la sociedad veía brujas por todas partes. Y más recientemente (y prosaicamente), en 1954, una epidemia en Seattle llevó a todos a pensar de repente que había agujeros en sus parabrisas. Los temas y la tecnología cambian, pero el instinto humano sigue siendo el mismo.