Un nuevo estudio sugiere que los centros de datos orbitales podrían ser neutros en carbono, pero aún persisten importantes desafíos técnicos.
por Edd Gent
A medida que la demanda mundial de computación sigue creciendo exponencialmente, la huella de carbono de los centros de datos se convierte en una preocupación cada vez mayor. Un nuevo estudio explica cómo alojar estas instalaciones en el espacio podría contribuir a reducir drásticamente las emisiones del sector.
Los centros de datos requieren enormes cantidades de energía y agua para funcionar y refrigerar los millones de chips que albergan. Según estimaciones actuales de la Agencia Internacional de la Energía, su consumo eléctrico mundial ronda los 415 teravatios-hora, lo que representa aproximadamente el 1,5 % del consumo total en 2024. El Instituto de Estudios Ambientales y Energéticos afirma que los grandes centros de datos pueden llegar a utilizar hasta cinco millones de galones diarios para refrigeración.
Dado que la demanda de recursos informáticos crece día a día, en particular desde la rápida adopción de la IA generativa, que consume ingentes recursos , en toda la economía, esto amenaza con convertirse en una carga insostenible para el planeta.
Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Nature Electronics por científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur sugiere que alojar centros de datos en el espacio podría ser una solución potencial. Al aprovechar la abundante energía solar disponible en órbita y liberar el calor residual en el frío vacío espacial, estas instalaciones podrían, en principio, ser neutras en carbono.
«El espacio ofrece un entorno verdaderamente sostenible para la computación», afirmó Wen Yonggang, autor principal del estudio, en un comunicado de prensa . «Al aprovechar la energía solar y el frío vacío del espacio, los centros de datos orbitales podrían transformar la computación global».
Para validar su propuesta, los investigadores utilizaron simulaciones de gemelos digitales de sistemas de computación orbital para modelar cómo generarían energía, gestionarían el calor y mantendrían la conectividad. El equipo investigó dos arquitecturas potenciales: una diseñada para reducir la huella de datos recopilados por los propios satélites y otra que recibiría datos de la Tierra para su procesamiento.
El primer modelo consistiría en integrar capacidades de procesamiento de datos en satélites equipados con sensores, por ejemplo, cámaras para obtener imágenes de la Tierra. Esto permitiría realizar cálculos complejos con los datos a bordo antes de transmitir únicamente los resultados a la Tierra, en lugar de procesar los datos brutos en centros de datos terrestres.
La otra opción consiste en una constelación de satélites equipados con servidores completos que podrían recibir datos de la Tierra y coordinarse para realizar tareas informáticas complejas, como el entrenamiento de modelos de IA o la ejecución de simulaciones a gran escala. Los investigadores señalan que este tipo de arquitectura de centro de datos distribuido —en contraposición a la construcción de un gran centro de datos monolítico en órbita— es tecnológicamente viable con las tecnologías satelitales e informáticas actuales.
El análisis del equipo sugiere que la considerable huella de carbono que supone el lanzamiento de hardware al espacio podría compensarse en cinco años de funcionamiento, tras lo cual las instalaciones podrían funcionar indefinidamente con energía renovable.
Persisten importantes obstáculos técnicos y logísticos. Los chips informáticos son vulnerables a la radiación, un peligro constante en el espacio, lo que requeriría el uso de procesadores especializados resistentes a la radiación. El mantenimiento a largo plazo de las instalaciones también exigiría tecnologías de servicio en órbita que aún no existen. Además, a medida que las tecnologías informáticas mejoran rápidamente, los chips se deprecian en tan solo unos años. Mantener los centros de datos orbitales equipados con la tecnología más avanzada podría resultar costoso.
Pero el equipo de la NTU no es el primero en plantear la idea de trasladar centros de datos al espacio. El año pasado, el gigante francés de la defensa y la industria aeroespacial Thales publicó un estudio que exploraba la viabilidad de esta idea. Y el próximo mes, la startup Starcloud lanzará un satélite con una GPU Nvidia H100 como primer paso hacia la creación de una red de centros de datos orbitales.
Si bien hacer realidad esta visión probablemente requerirá avances técnicos y una enorme cantidad de inversión, una solución al problema de la creciente huella de carbono de la informática podría estar fuera de nuestro alcance.

Edd es un escritor independiente de ciencia y tecnología radicado en Bangalore, India. Sus principales áreas de interés son la ingeniería, la informática y la biología, con un enfoque particular en las intersecciones entre las tres.