Aunque la economía circular promete beneficios ambientales y económicos, su adopción entre los consumidores sigue siendo limitada. El problema no es solo la falta de infraestructura o políticas públicas, sino también la percepción individual de quienes deciden qué comprar, cómo y por qué. Hoy, la transición hacia modelos más sostenibles enfrenta un obstáculo crucial: la falta de confianza.