Por lo general, apuntamos con telescopios a algún objeto que queremos ver con mayor detalle. En la década de 1990, los astrónomos hicieron lo contrario. Apuntaron el telescopio más poderoso de la historia, el telescopio espacial Hubble, a una zona oscura del cielo desprovista de estrellas, gas o galaxias conocidas. Pero en esa franja de la nada, Hubble reveló una vista impresionante: el vacío estaba lleno de galaxias.