Los científicos acaban de enseñar a cientos de miles de neuronas en un plato a jugar Pong. Mediante el uso de una serie de descargas eléctricas cronometradas y colocadas estratégicamente, las neuronas no solo aprendieron el juego en un entorno virtual, sino que jugaron mejor con el tiempo, con jugadas más largas y menos errores, mostrando un nivel de adaptación que antes se creía imposible.