La pandemia no cesa de incrementar la desigualdad. Los millonarios se han vuelto todavía más millonarios. Quienes disponen de terraza y luz natural han tenido más herramientas para lidiar con el agotamiento psicológico y la claustrofobia. Quienes tenían segundas residencias con jardín se han mudado a ellas. Urge que las ciudades aprovechen estos meses de transición para impulsar estrategias que permitan que sus ciudadanos de menor poder adquisitivo también puedan sobrevivir, económica y psicológicamente. Para ello deben redistribuir los espacios y garantizar el acceso a los beneficios colectivos.