Desde 1980, el Colegio Americano de Cardiología (ACC) y la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) han traducido la evidencia científica en guías de práctica clínica con recomendaciones para mejorar la salud cardiovascular. Estas directrices, que se basan en métodos sistemáticos para evaluar y clasificar la evidencia, proporcionan una base para la prestación de una atención cardiovascular de calidad.