Cuando vemos una película triste o nos dan una buenísima noticia, las lágrimas nos ayudan a procesar las emociones y comunicarles a los demás cómo nos sentimos.
por Álvaro Carmona, Universidad Loyola Andalucía
¿Alguna vez has notado que, tanto en los momentos más tristes como en los más felices, las lágrimas humedecen tus ojos? Es curioso cómo nuestro cuerpo responde de la misma manera ante emociones tan diferentes. Vamos a descubrir juntos por qué ocurre esto y, de paso, entender un poco más sobre la naturaleza y función de las lágrimas.
Solo para tus ojos
Las lágrimas son mucho más que agua salada. Producidas por las glándulas lagrimales, que se ubican justo encima de cada ojo, cumplen una función tan importante como la lubricación que mantiene la superficie ocular húmeda, algo vital para que experimentemos una visión clara y cómoda.
Y por si eso fuera poco, también eliminan partículas de polvo, suciedad y microorganismos que pueden dañarnos los ojos y proporcionan oxígeno y nutrientes a la córnea, la capa transparente frontal de nuestro órgano de visión.
Aparentemente, todas parecen iguales, pero existen tres tipos principales:
- Lágrimas basales: Son las que producen constantemente nuestras glándulas para mantener los ojos lubricados y protegidos.
- Lágrimas reflejas: Se producen en respuesta a irritantes externos, como el humo, el viento o cuando cortamos cebolla. Su objetivo es eliminar esas sustancias molestas del ojo.
- Lágrimas emocionales: Son las que aparecen cuando experimentamos intensamente tristeza, alegría, miedo o incluso frustración. Aunque algunos animales también producen lágrimas para lubricar sus ojos, no está claro que las derramen cuando se emocionan.
¿Por qué lloramos al emocionarnos?
Y por si eso fuera poco, también eliminan partículas de polvo, suciedad y microorganismos que pueden dañarnos los ojos y proporcionan oxígeno y nutrientes a la córnea, la capa transparente frontal de nuestro órgano de visión.
Aparentemente, todas parecen iguales, pero existen tres tipos principales:
- Lágrimas basales: Son las que producen constantemente nuestras glándulas para mantener los ojos lubricados y protegidos.
- Lágrimas reflejas: Se producen en respuesta a irritantes externos, como el humo, el viento o cuando cortamos cebolla. Su objetivo es eliminar esas sustancias molestas del ojo.
- Lágrimas emocionales: Son las que aparecen cuando experimentamos intensamente tristeza, alegría, miedo o incluso frustración. Aunque algunos animales también producen lágrimas para lubricar sus ojos, no está claro que las derramen cuando se emocionan.
¿Por qué lloramos al emocionarnos?
Llorar es una respuesta humana universal. Desde que somos bebés, usamos el llanto como una forma de comunicación. Pero ¿qué sucede en nuestro cuerpo que nos hace derramar lágrimas cuando sentimos emociones fuertes?
Al experimentar un sentimiento intenso, nuestro cerebro entra en acción. La amígdala, una pequeña estructura del cerebro encargada de procesar las emociones, envía señales al hipotálamo, que a su vez activa el sistema nervioso autónomo. Este sistema controla las respuestas involuntarias de nuestro cuerpo, como el ritmo cardíaco, la respiración y, por supuesto, la producción de lágrimas.
El resultado es que las glándulas lagrimales reciben la señal de generar lágrimas y comenzamos a llorar.
La tristeza es una emoción poderosa. Cuando nos sentimos tristes, nuestro cuerpo libera hormonas y neurotransmisores asociados al estrés, como el cortisol. Llorar puede ser una forma de liberar parte de ese estrés acumulado.
Algunos estudios sugieren que las lágrimas emocionales contienen niveles más altos de ciertas proteínas y hormonas relacionadas precisamente con el estrés. Con el llanto estamos eliminando físicamente estas sustancias de nuestro cuerpo, lo que puede ayudarnos a sentirnos mejor después.
Y entonces, ¿por qué lloramos de felicidad? Parece contradictorio, ¿verdad? Cuando experimentamos una dicha abrumadora, como reencontrarnos con un ser querido o recibir una buenísima noticia, nuestro cuerpo también experimenta un torrente de emociones y cambios químicos. La intensidad del sentimiento, aunque positivo, puede ser tan fuerte que desencadene la misma respuesta física que la tristeza.
Llorar de alegría nos ayudaría entonces a gestionar y procesar sentimientos poderosos, evitando que nos sobrecarguen.
Comunicación sin palabras
Además de las funciones físicas, las lágrimas tienen un papel importante en la comunicación humana. Son una señal visible de que estamos experimentando una emoción intensa. Esto permite que las personas a nuestro alrededor entiendan cómo nos sentimos, incluso sin palabras.
También nos ayudan a fortalecer los vínculos con la gente que nos rodea: al mostrar vulnerabilidad a través del llanto, podemos acercarnos más a los demás. Nuestros congéneres suelen responder con empatía y apoyo, lo que fortalece las relaciones sociales.
Es esencial recordar que llorar es una respuesta natural y saludable. No hay nada de malo en mostrar nuestras emociones.
En resumidas cuentas, lloramos cuando estamos tristes y cuando estamos alegres porque nuestras lágrimas son una respuesta física a emociones intensas, sean negativas o positivas. Las lágrimas nos ayudan a procesar esas emociones, aliviar el estrés y comunicar cómo nos sentimos a los demás.
Cuando sientas que las lágrimas asoman en tus ojos, ya sea por una película triste o porque has recibido una gran noticia, recuerda que es una parte natural y saludable de ser humano. Es una forma en que nuestro cuerpo y mente trabajan juntos para mantenernos equilibrados y conectados con quienes nos rodean.