En esta última newsletter de 2025, va nuestro deseo de salud y prosperidad para estas Fiestas y 2026.
por Gustavo Tejera
Es también la reafirmación del ley-motiv de la KW Foundation, siempre dedicada a todos quienes trabajan para que la información llegue siempre en lugar y momento justos. No hay otro principio que impacte tanto en la asertividad y eficiencia de cualquier actividad inclusiva y ubicua.
Trabajamos por la calidad de vida, por el reconocimiento de aquellos que desarrollan buenas prácticas y, muy especialmente, por la salud de nuestro medio ambiente.
En 2025 se han confirmado, casi por enésima vez, los puntos de partida para la sostenibilidad a través de paradojas. En otras palabras, se sigue pensando e invirtiendo “poniendo la carreta delante de los bueyes”, como decía mi querida abuela Lucía, donde quienes “mesiánicamente” lideran son parte del problema y, cada vez menos, de la solución.
Y en esto nadie debería perder su capacidad de asombro (que es inversamente proporcional al tamaño de su zona de confort) midiendo los grandes proyectos de alcance global con el tráfico de influencias, la incapacidad ética y humana de los evaluadores y, por sobre todo, con la hipocresía de políticos, bancos de desarrollo, aceleradoras de emprendimientos, premios “a dedo” y falta de visión a corto y largo plazo.
El mayor asombro es que el show intenta justificar grandes montos de dinero para un impacto pobre en la calidad de vida de los que no tienen o no saben dónde y cómo evolucionar. Quizá quienes tienen la capacidad de hacer la diferencia aún estén maravillados por el concepto de Steve Jobs “al consumidor hay que mostrarle lo que debe comprar”. Bueno, en el Ecosistema del Cuidado y la Medicina Basada en la Evidencia, esto no es así.
La interoperabilidad puede ser o no un “negocio” redituable en términos de inversión dependiendo qué tan abierta sea la aplicación de su concepto. Es difícil medir el retorno financiero de la interoperabilidad 1+1>2 (la verdadera interoperabilidad es aquella que genera valor agregado en cada interacción, donde el aprendizaje es el mayor beneficio para una Cadena de Valor).
Lo cierto es que se mide el plan de negocios antes de evaluar el impacto de un proyecto de interoperabilidad pues resulta ser muy difícil precalcular su alcance. Las propuestas de los emprendedores generan “problemas personales” porque desde el lugar del poder se mata sistemáticamente a los mensajeros y no al contenido. Incluso el sistema se defiende argumentando “acoso” destruyendo ética y moralmente a los voceros de esta indiscutible necesidad técnica, humana y medioambiental.
Los grandes líderes (públicos, privados, religiosos, reales o autoproclamados) no han aceptado la responsabilidad de aplicar, por ejemplo, la tecnología de la calidad de vida a gran escala. Ellos pueden argumentar que nos les dicen qué deben hacer o, si lo hacen, depende de cuánto ganan ($).
La falta de empatía entre nosotros y con el medio ambiente parece producir todo lo contrario a la felicidad. Nadie considera, apenas infinitesimalmente, que lo que le pasa al otro o al aire que respiro también me pasa a mi.
Nací en 1964, casi generación X. Transité por toda la evolución tecnológica que vió crecer la democratización del poder de cómputo hasta llegar a Internet y la IA. Los ciclos siempre se repiten. Cada vez que aparece una fuerza de cambio realmente inclusiva, se corporativiza y se concentra. Hasta los líderes de las Big-Tech se atreven hoy a dar “consejos” sobre cómo se debe encarar la vida personal… O aquello que dijo Mark Zuckerberg: “los jóvenes son más listos que los seniors”… generando una pandemia de discriminación por edadismo.
Debe ser difícil estar en la empoderada generación Z y observar que los seniors siguen siendo más experientes y ejecutivos con más de 60 años de edad al tiempo que cada vez es más frecuente que los Agentes de IA sustituyan la fuente laboral de cientos de millones de trabajadores.
Faltan líderes tecnológicos que prescindan de una corriente política, étnica, religiosa o sociedad cerrada para gobernar sobre la evidencia y no sobre la posverdad. Indudablemente hay un costo político y de poder en general. Mi generación, que se quedó sándwich entre la dictadura de padres e hijos, posee históricamente aún un punto de vista que reúne sabiduría y consumo con algo de equilibrio.
A veces me critican diciendo que “no se puede socializar el conocimiento”, y yo les retruco que no hay acción más equitativa que la de poner el conocimiento humano (todo) como inclusivo y proactivo, para los que lo necesiten para mejorar su calidad de vida y el respeto por el medio ambiente.
En Uruguay he aprendido a reaccionar contra los puestos de “confianza política”, “el discurso estratégicamente correcto”, la falta de ética y sesgos continuos que nada tienen que ver con las acciones basadas en la evidencia (social, económica, técnica, científica, universitaria, medioambiental).
Hay muchos ejemplos que siguen pensando que los seniors (60+) son desechables, que sus proyectos emprendedores no valen la pena si no tienen un gran ROI, y que es fácil hacer genocidio impune de ideas aunque terminen copiándolas.
Ojalá que en 2026 seamos más osados tornándonos agentes de cambio inclusivos a pesar del sistema de aplastamiento que genera falta de salud mental por ausencia de reconocimiento.
Para quienes se animen… FELIZ 2026 !!!
Cordialmente,
Gustavo Tejera – Director de KW Foundation Uruguay
