En 2050, 235 millones de personas mayores de 60 años en África se verán afectadas por olas de calor, inundaciones y sequías. Los gobiernos deben desarrollar planes especiales para que se adapten al cambio climático.
por Gary Haq, Universidad de York

A menudo se considera que África es un continente relativamente joven, con menos del 7 % de la población mayor de 60 años. Pero esto está a punto de cambiar. El descenso de las tasas de fertilidad y el aumento de la esperanza de vida implican que, para 2050, el número de personas mayores de 60 años en África se podría triplicar hasta alcanzar los 235 millones (aproximadamente el 9 % de la población africana).
Este cambio demográfico se produce cuando el cambio climático global se está intensificando, provocando fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y graves, como olas de calor, inundaciones y ciclones tropicales.
Para 2050, se espera que los adultos mayores de África se enfrenten a una exposición al calor significativamente mayor debido al rápido crecimiento de la población y al cambio climático, con un aumento de los episodios de calor extremo. Esto incrementará los riesgos para la salud y ejercerá presión sobre los servicios locales, especialmente en las zonas de bajos ingresos con capacidad limitada para hacer frente a la presión.
A medida que envejecemos, es más difícil controlar la temperatura corporal. Los problemas de salud de larga duración, como las enfermedades cardiacas y pulmonares y la diabetes, hacen que las personas mayores tengan más probabilidades de deshidratarse.
En África, muchas personas mayores luchan por conseguir el apoyo físico, mental, social y económico que necesitan para hacer frente a los efectos directos e indirectos de las condiciones meteorológicas extremas.
Por tanto, se necesitan estrategias urgentes para proteger a las personas mayores de las condiciones meteorológicas extremas, como las olas de calor. Estas incluyen infraestructuras de refrigeración (aire acondicionado) y sistemas de alerta temprana que avisen a las personas mayores cuando esté haciendo un calor peligroso. Los planes de adaptación al cambio climático deben integrarse en las políticas sobre envejecimiento para proteger a las personas mayores.
Investigo sobre gerontología climática, la intersección entre el envejecimiento y el cambio climático. Como parte de mis estudios, estoy llevando a cabo una serie de Diálogos Regionales sobre Envejecimiento Global y Cambio Climático en colaboración con HelpAge International. He aquí las cuestiones clave que encontramos en África.
El cambio climático es severo para las personas mayores
La salud y la movilidad de las personas mayores varían. Algunas personas mayores permanecen activas y sanas, lo que les permite afrontar mejor las perturbaciones causadas por el clima extremo. Otras personas mayores, menos activas, suelen ser vulnerables a las amenazas relacionadas con el clima debido a una salud física más débil, una movilidad reducida y un mayor riesgo de padecer enfermedades existentes.

En África, las personas mayores corren mayores riesgos porque el continente tiene una infraestructura básica limitada. Esto ocurre especialmente en las zonas rurales, donde el acceso a la asistencia sanitaria, al agua potable y a los servicios de emergencia suele ser deficiente. La pobreza, el hecho de vivir solos y el hecho de depender de la agricultura a pequeña escala los hace aún más susceptibles a los fenómenos meteorológicos extremos.
El impacto del cambio climático afecta desproporcionadamente al continente, provocando graves inundaciones, sequías y olas de calor sin precedentes.
Solo en 2023, unas 15 700 personas murieron en catástrofes meteorológicas extremas en África, y otras 34 millones de personas se vieron afectadas. La tormenta Daniel causó una devastación generalizada en Libia, desplazando a 2,4 millones de personas. Kenia, Somalia y Etiopía sufrieron lluvias intensas e inundaciones. El norte de África se enfrentó a un calor récord, con temperaturas que alcanzaron los 49,0 °C en Túnez y los 50,4 °C en Argelia. Graves sequías azotaron Marruecos, Argelia y Zambia, afectando a millones de personas.
Las sequías prolongadas y las malas cosechas agravan la escasez de alimentos y hacen que las personas mayores no puedan acceder a alimentos saludables y nutritivos.
Las inundaciones contribuyen a los desplazamientos y a las dificultades para acceder a la asistencia sanitaria, lo que provoca estrés y ansiedad.
Las personas mayores también se ven afectadas por la brecha digital. Al no tener tanto acceso a herramientas digitales como los teléfonos inteligentes, no siempre pueden obtener la información que necesitan. Es posible que no puedan ver programas de educación sobre el cambio climático, ni recibir alertas tempranas de fenómenos meteorológicos extremos.
Soluciones
- Conocimientos tradicionales: se trata de la comprensión y las prácticas que las personas mayores de África han adquirido a lo largo de generaciones sobre su entorno local. Incluye el conocimiento de los patrones climáticos, el uso de los recursos y la preparación ante los desastres. Reconocer estos valiosos conocimientos puede ayudar a las comunidades a adaptarse al cambio climático y reforzar su capacidad de recuperación.
- Evaluaciones periódicas: las autoridades locales y las organizaciones comunitarias deben supervisar cómo afrontan las personas mayores los efectos del clima. Esto conducirá a estrategias de adaptación más eficaces que aprovechen sus conocimientos.
- Envejecimiento saludable: las personas mayores necesitan ayuda para cuidar su cuerpo, su mente y su vida social, de modo que puedan mantenerse activas y seguir siendo independientes.El envejecimiento saludable ayuda a prevenir enfermedades y discapacidades, y permite a los mayores conectar con las comunidades y hacer frente a los fenómenos meteorológicos extremos.
- Ventanillas únicas para las personas mayores: deberían ser creadas por organizaciones comunitarias, benéficas y gubernamentales para prestar servicios como ayuda económica, asistencia sanitaria y apoyo nutricional específicamente adaptados a las personas mayores. También podrían formar a las personas mayores para adaptarse al cambio climático.
- Implicar a las personas mayores en la adaptación al clima: a través de sus organizaciones locales, las personas mayores deberían participar en los planes de reducción del riesgo de catástrofes.
Las personas mayores ya han desempeñado papeles vitales en los esfuerzos de adaptación al clima en toda África. En Kenia, su movilización para las iniciativas nacionales de plantación de árboles demuestra la gran contribución que pueden hacer al medio ambiente. En Kenia, un grupo de diferentes generaciones también trabaja conjuntamente en el proyecto Agricultura para los Mayores, plantando cultivos resistentes al clima para hacer frente a patrones meteorológicos impredecibles.
Cambios políticos necesarios
Para que estas soluciones se hagan realidad, se necesitan políticas y presupuestos.
En primer lugar, los responsables políticos deben consultar a las personas mayores y a sus representantes cuando elaboren estrategias de resiliencia climática. Lo mejor son las estrategias específicas para cada región. Por ejemplo, al establecer sistemas comunitarios de alerta temprana ante fenómenos meteorológicos extremos, las autoridades locales podrían colaborar con organizaciones no gubernamentales para crear un sistema que proporcione alertas oportunas dirigidas a las personas mayores.
En segundo lugar, deben crearse infraestructuras adaptadas a las personas mayores, como centros sanitarios accesibles y viviendas que puedan soportar condiciones meteorológicas extremas.
En tercer lugar, tener leyes y un compromiso político más firmes se traducirá en políticas más sólidas para las personas mayores. La falta de voluntad política hace que a menudo no se preste suficiente atención ni se destinen suficientes recursos a sus necesidades en la acción climática. Sin un compromiso firme de los responsables políticos, a menudo se pasa por alto a las poblaciones mayores. Esto limita su capacidad para adaptarse eficazmente.
En cuarto lugar, hay que mejorar los sistemas de protección social, como los programas de transferencias monetarias, para ayudar económicamente a las personas mayores vulnerables. También son una buena idea los programas que proporcionan ayuda directa y puestos de trabajo en proyectos de protección contra los impactos climáticos.
Para que esto ocurra, los gobiernos y las instituciones deben empezar a recopilar más datos sobre cómo afecta el cambio climático a las personas mayores. Desarrollando políticas integradoras, podemos promover un envejecimiento saludable y, al mismo tiempo, capacitar a las personas mayores para que desempeñen un papel activo en el desarrollo de la resiliencia climática.