Sobrevivir en un mundo donde la lectura y los libros parecen no encontrar un lugar.

Sobrevivir en un mundo donde la lectura y los libros parecen no encontrar un lugar.
La lectura requiere práctica, y el hábito cae en picado entre los adolescentes a partir de secundaria. La falta de hábito lector existe incluso entre los estudiantes de Educación, futuros docentes.
Los niños más pequeños viven en un presente eterno e inamovible, parecido al de otros seres vivos y distinto al de los adultos. Pero la noción del tiempo influye en la escritura, lectura y el cálculo.
La creación literaria y la experiencia lectora enfrentan hoy uno de sus mayores retos con la llegada del metaverso, la interfaz total. Si esta plataforma se vuelve hegemónica, ¿qué implicaciones tendrá esto para la literatura en todas sus facetas?
El mundo tiene tantas brechas de conocimiento y puedes ver los problemas que crea, en todo, desde Covid hasta el clima y la matanza de tejones.
Una de las actividades que más ha ayudado a soportar el confinamiento ha sido la lectura. De hecho, el número de lectores y el tiempo de lectura se incrementaron notablemente.
Si nos centramos en el receptor, podríamos entender la literatura infantil, de una manera sencilla y sin entrar en tecnicismos, como aquellas obras literarias que, dentro de una sociedad, se dedican al público más joven y que se entienden apropiadas y aptas para ellos. En esta definición no entramos a valorar quién debe escribirla y, lo más importante, sobre qué debe tratar dicha literatura, porque nada a priori sobre ninguna de esas dos cuestiones debe entrar en la definición de la materia que nos ocupa.
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