El uso que los jóvenes hacen de las redes sociales depende de su madurez emocional y su capacidad de gestionar el torrente de información, situaciones y emociones que provocan.

por Cirenia Quintana-Orts, Universidad de Málaga; Lourdes Rey Peña, Universidad de Málaga; Sergio Mérida López, Universidad de Málaga

De Visu/Shutterstock

¿Por qué algunos jóvenes pueden usar las redes sociales y los dispositivos móviles sin ningún problema de adicción o salud mental y a otros el uso de estas herramientas les perjudican gravemente? ¿Qué es lo que hace que algunos adolescentes sean más vulnerables a caer en un uso problemático y otros puedan gestionar su tiempo en internet con éxito e incluso de manera beneficiosa?

Partiendo de la base de que los jóvenes dedican una media de 3 o 4 horas a las redes sociales, es crucial para su salud mental y su ajuste psicosocial que entendamos la diferencia entre un uso beneficioso y un uso problemático y aprendamos a fomentar lo primero.

Una de las claves que previenen un uso abusivo de los dispositivos, según diversos estudios, está relacionada con las habilidades emocionales. La evidencia sugiere que adolescentes con déficits en competencias emocionales  como la comprensión o la regulación de sus emocionales muestran dificultades para manejar el estrés y usan estrategias poco constructivas ante dificultades como la rumiación o la culpa a otros, lo cual se vincula con un mayor uso problemático de las tecnologías de la información y la comunicación y mayores conductas de ciberacoso.

Nuestro grupo de investigación Applied Positive Lab ha desarrollado el programa MEET centrado en las competencias emocionales para un uso más saludable de internet y redes sociales por parte de los adolescentes en una etapa de cambios y transformaciones. Además, buscamos la implicación de la comunidad educativa trabajando también con docentes y con familias.

Ser conscientes del uso que hacemos

En primer lugar, una de las claves en el trabajo con los adolescentes tiene que ver con reconocer el tiempo de uso real que hacen del teléfono móvil, que puede ayudar a tomar conciencia del uso problemático y a reducirlo paulatinamente.

Además, buscamos conseguir una mayor identificación emocional de su uso de las redes sociales: analizamos cómo influye su estado emocional previo (por ejemplo, si acuden a los dispositivos cuando están tristes o frustrados/as) y el efecto en su estado emocional al usar sus dispositivos más tiempo del que desean.

Vídeo del programa MEET sobre el uso de las tecnologías de la información y la comunicación desde la visión del alumnado adolescente, profesorado y familias.

El poder de las emociones ante el ciberacoso

En segundo lugar, trabajamos el reconocimiento de emociones que surgen de situaciones negativas en la convivencia virtual, como recibir un insulto. En lugar de recurrir a la venganza, una estrategia de regulación eficaz ante situaciones de ciberacoso puede ser comunicarse con una persona adulta de confianza para buscar una solución.

Otra estrategia para prevenir comportamientos violentos en el entorno virtual es potenciar la empatía. Entender que detrás de las pantallas hay personas que sienten permite que tomemos conciencia de qué emociones pueden sentir los demás y que comprendamos cómo nuestros propios comportamientos en el entorno digital pueden a su vez provocar en otras personas sentimientos como la ansiedad o la soledad.

Buscar tiempo para otras actividades

En el programa insistimos en la necesidad de invertir tiempo en otras actividades de ocio que ayuden a disminuir el estrés y que aumenten emociones positivas (deporte, música, organizar encuentros sociales cara a cara con amigos y amigas, etc.). Para ello, se puede planificar un horario de uso de redes sociales o establecer un control activo del tiempo de uso del teléfono móvil.

Pautas para docentes

El programa MEET busca involucrar al profesorado en la gestión del uso de las redes sociales en la adolescencia. Para ello, formaremos al profesorado en la identificación, comprensión y gestión de signos de alarma entre sus estudiantes, ayudándoles a prevenir comportamientos de riesgo relacionados con el uso problemático de las redes sociales e internet. Además, ofrecemos herramientas para apoyar y orientar al alumnado que pueda estar siendo víctima de ciberacoso.

El enfoque de estas intervenciones es muy práctico, y se basa en discusiones grupales sobre incidentes relacionados, resolución de casos o juego de roles. Buscamos de esta manera que los docentes entrenen sus habilidades emocionales, mejoren su interacción con los alumnos y tengan mayor capacidad de enfrentarse y resolver los problemas relacionados con las tecnologías digitales y la comunicación con las familias.

Talleres prácticos para las familias

Desde nuestro enfoque pretendemos informar y dar a conocer a las familias aspectos relacionados con el uso de las nuevas tecnologías mediante talleres prácticos que les permitan detectar y gestionar situaciones de uso problemático. De esta forma, abordaremos herramientas de supervisión parental y fortalecimiento de los lazos familiares para reducir el impacto del uso abusivo del móvil en la adolescencia, como los “contratos de uso del teléfono móvil”.

El uso de las redes sociales en la adolescencia es una cuestión muy compleja y de alto impacto social, por lo que hemos elegido una aproximación preventiva del uso problemático y el ciberacoso. A pesar de que la mayoría de comunidades autónomas ha prohibido o limitado el uso de los móviles en los centros educativos, la formación en un uso saludable sigue siendo necesaria. Desde el programa MEET apostamos por el desarrollo de herramientas emocionales con el alumnado y con otros agentes clave en estos contextos como el profesorado y las familias.

Fuente: https://theconversation.com/moviles-y-adolescentes-cuales-son-las-habilidades-emocionales-que-previenen-el-uso-problematico-231299


¿Son todos los adolescentes adictos a las redes sociales?

Es innegable la penetración de la tecnología en nuestras vidas, y quizás esto sea especialmente notorio en los adolescentes. Según el Instituto Nacional de Estadística (2022) un 94.9 % de los menores entre 10 y 15 años han usado internet en los últimos 3 meses y de ellos un 69.5 % disponen de móvil. Además, según un reciente el informe de UNICEF (2021), un 98.5 % de los adolescentes españoles están registrados en una red social, mientras que un 83.5 % está registrado en más de tres redes sociales.

por Juan Manuel Machimbarrena, Profesor adjunto del departamento de Psicología Clínica y de la Salud y Metodología de Investigación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Alexander Muela Aparicio, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Joaquín Manuel González Cabrera, Docente e Investigador. Prof. Titular Universidad (Nivel 1). Actualmente, Investigador Principal del Área de Bienestar Emocional en el Instituto de Transferencia e Investigación (ITEI) e Investigador Principal del Grupo Ciberpsicología (UNIR)., UNIR – Universidad Internacional de La Rioja; Miriam N. Varona, Enfermera de Salud Mental y doctoranda en la Facultad de Psicología de la UPV/EHU

Una de las actividades más realizadas por los adolescentes (incluso antes de la edad permitida legalmente, hecho que es particularmente preocupante) es usar redes sociales.

Estos datos no hacen más que avalar lo que vemos cada día, y es que el uso de internet y teléfono es masivo y normativo entre los más jóvenes.

Uso problemático y adicción, ¿son lo mismo?

El enfoque que se ha usado mayoritariamente para abordar las conductas relacionadas con el uso o el abuso de redes sociales (y otros usos de la tecnología) por parte de los adolescentes ha sido el de la adicción. Sin embargo, este enfoque tiene limitaciones conceptuales y, muchas veces, supone una patologización innecesaria de la vida cotidiana.

En contraste con el uso del término de adicción, nosotros (al igual que otros autores) preferimos hablar de un uso problemático.


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En oposición al modelo preponderante de adicción, que se nutre de criterios relacionados con las sustancias como la tolerancia o abstinencia, el modelo de uso problemático concibe que un conjunto de procesos cognitivos y comportamientos pueden llegar a ser disfuncionales y conducir a consecuencias negativas.

De esta manera, dimensiones como una alta preferencia por la interacción en línea y la regulación emocional a través de las redes sociales pueden estar vinculadas a una autorregulación deficiente (caracterizada por una preocupación constante por estar conectado y el uso compulsivo de las redes sociales).

Las consecuencias negativas para el usuario son: problemas interpersonales (pérdida de relaciones con otras personas significativas o abandono de otras actividades placenteras o de la escuela) y problemas intrapersonales (por ejemplo, la sensación de haber perdido el control sobre su propia vida). Estas consecuencias negativas son la clave para hablar de un uso problemático.

¿Es la norma o la excepción?

El anteriormente citado informe de UNICEF cifraba en un 33 % el porcentaje de adolescentes que estarían haciendo un uso problemático de internet y las redes sociales. Otro estudio reciente matiza este porcentaje y presenta datos más halagüeños, cifrando el número de adolescentes que están en riesgo de presentar un uso problemático en un 13.2 % y los adolescentes que realizan un claro uso problemático de redes sociales en un 2.9 %.

Hablamos entonces de una horquilla entre el 2.9 % y el 33 % y posiblemente la realidad se encuentre, como casi siempre, en un punto medio.

Las diferencias entre ambos estudios se centran en el instrumento de evaluación utilizado y cómo se conceptualiza el uso problemático. En cualquier caso, y ante la pregunta que encabeza este artículo, no cabe otra respuesta que una rotunda negación por parte de los autores.

¿Cómo podemos ayudarles?

Aunque el porcentaje de afectados sea discutible, lo que sí sabemos es que hay muchos chicos y chicas potencialmente afectados. Esto nos debe llevar a educar y formar en el correcto uso de las redes sociales. Para ello nos gustaría aportar algunas sugerencias a familias y adolescentes.

Para las familias el mensaje es involucrarse: navegar con ellos, educarles en el uso correcto, maximizando beneficios y reduciendo riesgos. Se puede conseguir con las siguientes estrategias:

  1. Las redes sociales y la tecnología no son inherentemente malas. Al contrario, están plagadas de oportunidades y posibilidades. Aunque entendemos que es objeto de temor, su restricción no es en absoluto una garantía de éxito.
  2. Antes de que se adentren en el mundo de la tecnología, es esencial proporcionarles conocimientos específicos para maximizar las posibilidades de un uso equilibrado, seguro y útil de las redes sociales. Esto incluye habilidades para cuestionar la exactitud del contenido, reconocer signos de uso problemático, construir relaciones saludables a través de las redes sociales (y cara a cara), resolver conflictos en plataformas sociales, proporcionar pensamiento crítico o evitar comparaciones perjudiciales.
  3. El uso de las redes sociales debe basarse en el nivel de madurez de cada adolescente, por lo que se recomienda una supervisión adulta y una adaptación de las funciones y permisos de las plataformas en función de la edad.
  4. Los contratos parentales para el uso de la tecnología pueden ser un poderoso aliado en los primeros pasos. El cumplimiento de metas y acuerdos instaura una base para la confianza y el ir logrando mayores posibilidades de uso. De la misma forma, las transgresiones, ya sean por contenido o tiempo de uso, deben ser acompañadas de consecuencias pactadas y conocidas. Es importante que el proceso de uso sea consensuado y en relación a las aptitudes mostradas.

Consejos para los niños y adolescentes

  1. Como usuario debe ser consciente del uso (a veces del abuso) que realiza de las redes sociales. El fin de las mismas debería ser aportarnos valor y facilitar la comunicación y las relaciones. Si nuestra preocupación por ellas es mayor que lo que nos aporta, no estamos haciendo un buen uso.
  2. Que podamos usarlas de forma continua no es motivo para hacerlo. Conocer el tiempo de uso real que hacemos (existen aplicaciones para ello) puede ayudarnos a reducirlo paulatinamente de forma consciente.
  3. No es necesario activar las notificaciones para todo y tampoco estar constantemente conectados. Las redes sociales son una herramienta más pero tenemos que ser nosotros quienes decidamos cuándo queremos usarlas. Es recomendable apagar las notificaciones y elegir unos momentos determinados al día para actualizarnos: revisar y responder mensajes y publicaciones.

Fuente: ¿Son todos los adolescentes adictos a las redes sociales? (theconversation.com)

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