Hablar una segunda lengua supone hasta cierto punto crear una nueva identidad, ya que percibimos la realidad y somos percibidos de maneras distintas según el idioma que estamos hablando.
por Mari Mar Boillos Pereira, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Ana Blanco Canales, Universidad de Alcalá

¿Alguna vez se ha preguntado cómo influye el idioma que hablamos en nuestras emociones y en la forma en que percibimos la realidad? Según diversos estudios en psicolingüística, psicología cognitiva y antropología lingüística, las lenguas que utilizamos no solo nos permiten comunicarnos, sino que también moldean nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.
En la actualidad, más de la mitad de la población mundial utiliza dos o más lenguas en su vida cotidiana. Ya sea por motivos de educación, inmigración o antecedentes familiares, el bilingüismo y el multilingüismo son fenómenos cada vez más comunes en nuestra sociedad globalizada.
¿Cómo afecta conocer dos o más lenguas a la manera en que procesamos las emociones? Investigaciones recientes apuntan a que cada lengua puede hacer a los hablantes percibir la realidad de maneras diferentes. Incluso, estos pueden sentir que ellos mismos cambian al alternar la lengua que emplean.
Otros estudios han demostrado que los individuos bilingües pueden comportarse de manera diferente dependiendo de qué lengua estén usando; también son percibidos de manera diferente por sus interlocutores según la lengua que utilicen.
El peso de las emociones en las lenguas
Los hablantes bilingües procesan las palabras que definen o describen emociones de forma diferente en su lengua materna (o aquella que aprende el ser humano desde la infancia y que funciona como su instrumento de pensamiento y comunicación) y en su segunda lengua o meta (lengua que ha sido objetivo de un aprendizaje, en un contexto formal o natural). La lengua materna suele tener una ventaja emocional sobre la segunda lengua: los hablantes bilingües sienten una mayor intensidad emocional cuando usan la lengua materna, especialmente al recordar experiencias vividas en ese idioma.
Por ejemplo, algunos estudios han demostrado que, al revivir recuerdos de la infancia, las personas los describen con más detalle y emoción si lo hacen en su lengua materna, ya que fue la lengua en la que etiquetaron esas experiencias. En contraste, la segunda lengua puede facilitar cierta distancia emocional, lo que permite a los hablantes reducir la ansiedad o el pudor al comunicarse en situaciones complejas, como pueden ser aquellas que impliquen la expresión de enojo o de disculpa. Dicho de otro modo, perciben la lengua materna como una lengua más rica emocionalmente, mientras que ven la segunda lengua como más práctica, pero menos expresiva. Como consecuencia de ello, la expresión emocional en lengua materna se percibe más intensamente independientemente de que la emoción sea positiva o negativa.
¿Soy la misma persona?
La elección de la lengua en la que se comunican los bilingües no solo afecta a la intensidad emocional, sino también a la forma en que las personas se perciben a sí mismas y a los demás. Usar uno u otro idioma puede influir en la construcción del discurso y revelar aspectos culturales y sociales propios de las comunidades lingüísticas a las que pertenecen.
En un estudio realizado con hablantes bilingües chino-inglés en EE. UU., los participantes indicaron que se sentían más cómodos al expresar sus emociones en inglés (su segunda lengua) debido a las menores restricciones sociales, pero experimentaban una mayor intensidad emocional en mandarín (su lengua materna).
Así, la segunda lengua puede ofrecer algunas ventajas en contextos donde los hablantes prefieren mantener distancia emocional, tanto por cuestiones personales como socioculturales. Al expresar emociones en una lengua menos emocionalmente conectada las personas pueden reducir sentimientos de vergüenza, ansiedad o implicación personal. Especialmente cuando hablamos una lengua materna que pertenece a una cultura en la que se da mayor valor a lo colectivo y hay menos tradición de compartir sentimientos.
Dominio del idioma y entorno en el que lo aprendimos
También influye mucho el nivel de dominio de la segunda lengua: los progenitores prefieren la lengua materna para expresar emociones cuando hablan con sus hijos –por ejemplo, para una reprimenda– si esta es la lengua que mejor dominan; sin embargo, si tienen una segunda lengua que también dominan, pueden optar por ella para contenido emocional.
Asimismo, el entorno en el que se aprendió la segunda lengua puede ser determinante. En aquellos casos en los que el aprendizaje se ha producido en un contexto formal o académico en lugar de familiar, los hablantes reportan más ansiedad al comunicarse en público, a pesar de ser competentes.
Emoción, identidad y aprendizaje de lenguas
Nuestras experiencias de vida, la edad de adquisición de los idiomas y el contexto de uso influyen en cómo procesamos y expresamos nuestras emociones en diferentes lenguas. Comprender estas dinámicas no solo enriquece nuestro conocimiento sobre el lenguaje y la mente humana, sino que también nos ayuda a mejorar la comunicación intercultural y la comprensión emocional en un mundo cada vez más diverso y conectado.
Las implicaciones para la enseñanza de segundas lenguas son también importantes. Que los estudiantes se sientan o no felices y satisfechos con la percepción que tienen de sí mismos en la lengua que están aprendiendo, es decir, con la identidad construida en esa lengua, será clave para saber si se sienten extraños o diferentes cuando hablan en esa lengua. El papel del enseñante será, en cualquier caso, contribuir a que el alumnado se sienta menos extraño en la lengua que está aprendiendo.
La actitud hacia el idioma que se aprende es, por lo tanto, determinante: influye en cómo evaluamos nuestras experiencias con el idioma, lo que impacta en cómo afrontamos los retos, cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo creemos que nos ven los demás. A mejor actitud, habrá también una mayor satisfacción en el proceso y una mejor conexión emocional con la lengua. El resultado será una identidad más sólida en el nuevo idioma y, por lo tanto, un aprendizaje más profundo y efectivo.
Fuente: https://theconversation.com/somos-una-persona-distinta-cuando-hablamos-otro-idioma-237793
¿Cuándo se convierte alguien en bilingüe?
Incluso cuando ambas lenguas se aprenden simultáneamente, los contextos de uso harán que una sea dominante sobre la otra. Gerd Altmann /Pixabay, CC BY
por Xavier Aparicio, Maître de conférences en psychologie cognitive, Université Paris-Est Créteil Val de Marne (UPEC)
Más de la mitad de la población mundial es bilingüe, y dos tercios de los niños del mundo crecen en un entorno en el que se hablan varios idiomas. Pero aunque el bilingüismo es común, sus definiciones son variadas. Se basan en las experiencias o emociones que uno puede tener sobre las lenguas, lo que transmiten y lo que representan.
Algunos hacen hincapié en la apropiación cultural, mientras que otros se basan en criterios de práctica, y sobre todo de dominio equivalente de los idiomas, para considerar que un individuo es verdaderamente bilingüe. La cuestión divide a los científicos.
Ya en 1930, Bloomfield definió el bilingüismo como el perfecto control de dos lenguas, como si cada una de ellas fuera una lengua materna. Hay en esta descripción una visión un tanto “idealizada” del bilingüe, a través de la definición de un bilingüismo perfecto y equilibrado, suponiendo unas habilidades escritas y orales equivalentes en ambos idiomas. Según esta definición, un bilingüe es la suma de dos monolingües.
Sin embargo, este tipo de bilingüismo es extremadamente raro, y en realidad los bilingües tienen perfiles lingüísticos muy variados, lo que nos lleva a afirmar que cada bilingüe es único en su relación con las lenguas. Mackey define el bilingüismo como el uso alternativo de dos o más lenguas, mientras que Grosjean define a los bilingües como el uso de dos o más lenguas en sus actividades cotidianas.
Por último, Cook define al bilingüe como un individuo con múltiples aptitudes que desarrollará habilidades lingüísticas coherentes con el contexto de adquisición y uso de la segunda lengua. Así, un individuo puede ser considerado bilingüe aunque solo tenga un dominio parcial de la segunda lengua, con, por ejemplo, una práctica esencialmente escrita.
En resumen, una definición relativamente sencilla de bilingüismo, en la que se encuentran varios millones de hablantes, correspondería al uso regular y alternado de al menos dos lenguas por parte de un individuo.
Aprendizaje temprano
No obstante, esta definición se complica por el hecho de que las condiciones y los niveles de competencia lingüística pueden variar. Según Ranka Bijeljac-Babić, en L’enfant bilingue, de la petite enfance à l’école, hay que tener en cuenta dos criterios para afinar esta definición
- la edad de adquisición del lenguaje;
- el nivel de dominio de cada lengua.
En cuanto al primer criterio, se propone una clasificación según la edad de adquisición de la segunda lengua. Cuando los idiomas se aprenden en la primera infancia, antes de los 3 ó 4 años, se habla de bilingüismo simultáneo temprano.
Antes de la pubertad, se habla de bilingüismo precoz consecutivo, porque la segunda lengua se establece dentro del sistema léxico mientras que la primera lengua (la materna) ya está establecida. Por último, cuando la segunda lengua se aprende después de la adolescencia, se denomina bilingüismo tardío.
En cuanto al segundo criterio, el nivel de competencia es más difícil de estimar, ya que depende del uso real que se haga de las dos lenguas. Un mismo individuo puede tener habilidades muy variables en términos de comprensión y producción oral, o de comprensión y producción escrita.
También en este caso, los resultados son variados: algunas personas hablan muy bien un idioma sin saber escribirlo, otras tienen buenas habilidades escritas en un idioma pero muy pobres habilidades orales. Y, por supuesto, es muy posible tener un buen nivel de comprensión y producción oral y escrita en varios idiomas.
Es difícil admitir que existe el bilingüismo perfecto porque supone que una persona domina ambas lenguas como un nativo (y ya es complicado decir que un monolingüe domina su lengua perfectamente en todos sus aspectos).
Sin embargo, incluso cuando ambos idiomas se aprenden simultáneamente, los contextos de uso llevarán a que uno de ellos sea dominante sobre el otro. Es el lenguaje que se activará más espontáneamente, que tendrá menos pausas, que dará lugar a las frases más ricas y complejas.
La lengua dominante no es necesariamente la lengua materna. Una persona que emigra a un país cuya lengua no conoce desarrollará gradualmente un léxico en esa segunda lengua. Si la utiliza a diario, y deja de usar la materna, la segunda lengua se convertirá en la dominante.
Malabares con los idiomas
En psicolingüística, el léxico mental agrupa toda la información que conocemos sobre las palabras y sus características (ortográficas, fonológicas, sintácticas, semánticas y lingüísticas). Cada individuo tiene un léxico mental que le permite acceder a la información lingüística conocida.
Para un monolingüe, se considera que el léxico mental está formado por 40 000 a 60 000 entradas, lo que implica, por ejemplo, que el lector recuperará información de este gran número de entradas. En los bilingües, el funcionamiento es similar, pero lógicamente las entradas de la memoria son mayores, porque el léxico mental recoge información de diferentes lenguas conocidas.
En la literatura se han debatido durante mucho tiempo dos hipótesis sobre el modo en que los bilingües acceden a la información almacenada en el léxico mental.
- La hipótesis del acceso selectivo supone que cuando un bilingüe habla una lengua, la otra se inhibe. El paso de una lengua a otra se haría pasando por una especie de interruptor, que permitiría “apagar” una lengua para “encender” la que no se está utilizando. Esta hipótesis supone, sin embargo, que no hay interferencias entre las lenguas.
- La hipótesis del acceso no selectivo supone que las lenguas interactúan dentro del léxico mental y se influyen mutuamente. Al identificar una palabra, se activarían los candidatos léxicos de todas las lenguas conocidas.
En el contexto del aprendizaje de una segunda lengua, la lengua materna sirve de base para el aprendizaje de conceptos en la segunda lengua, si es que ya existe. Cuanto mayor sea la frecuencia de exposición a la segunda lengua, más podrá el alumno acceder al significado de las palabras directamente en esa lengua, sin mediación de la primera.
¿Se puede “perder” la lengua materna?
Algunos recordarán la escena de Una casa de locos (L’Auberge espagnol en francés) de Cédric Klapisch, en la que el protagonista, interpretado por Romain Duris, ya no puede comunicarse en su lengua materna (el francés), y solo puede hacerlo en el idioma que vino a aprender, el español.
Aunque se trata de un sueño del protagonista de la película, el fenómeno del desgaste que se describe aquí es bastante real. La deserción corresponde a cambios fundamentales en las habilidades de la lengua materna.
Según el trabajo de Barbara Köpke y sus colegas, se trata de una asignación no patológica de una lengua conocida (también llamada cambio de lengua), que se observa sobre todo en personas de origen inmigrante. Así, para un inmigrante que ya no tiene contacto con su lengua materna, el desgaste se manifiesta a través de las dificultades de acceso al léxico (dificultades para acceder al significado de las palabras y para producirlas).
En menor medida, para una persona que tiene principalmente contacto con otros inmigrantes, la atrición se caracteriza principalmente por la influencia de la segunda lengua sobre la lengua materna, y supone una interferencia en todos los niveles lingüísticos.
A diferencia del primer caso, en el que se corta el contacto con la lengua materna, si la persona mantiene un contacto regular con los miembros de su comunidad de origen, incluso un contacto cuantitativamente pequeño es suficiente para que la primera lengua siga funcionando bien en el adulto.

El trabajo de Köpke (2021) señala que los estudios sobre la deserción en los niños muestran cambios fundamentales en el dominio del primer idioma cuando el aprendizaje se produce temprano, pero estos cambios no se observan en los bilingües tardíos. La competencia nativa en una lengua se convertiría así en “invulnerable” si se utiliza de forma continuada hasta la pubertad.
Las pruebas de estos efectos de desgaste ponen de manifiesto la importancia de la plasticidad cerebral. Los estudios de neuroimagen de jóvenes adultos franceses, coreanos de nacimiento, que fueron adoptados entre los 3 y los 6 años, no muestran ningún rastro persistente de la lengua original, ni siquiera para series automáticas como los números del 1 al 10, y no hay diferencias en la activación cerebral entre estos adoptados y los participantes del grupo de control (que no conocían el idioma) durante una tarea de escucha del coreano.
En conclusión, hay diferentes caminos hacia el bilingüismo. Es un concepto que no es fácil de definir, más allá del aspecto de “clasificación” que a veces puede ser estigmatizante, es importante valorar las lenguas (todas las lenguas) y su uso. No existe un bilingüe “bueno” o “malo”, pero los estudios demuestran que es importante fomentar el aprendizaje temprano del idioma y que la práctica diaria regular ayudará a desarrollar las habilidades lingüísticas de forma más eficaz.
Fuente: https://theconversation.com/cuando-se-convierte-alguien-en-bilingue-162792
Cómo aprender nuevas lenguas aprovechando las que ya sabemos
En el mundo existen alrededor de 7 000 lenguas, muchas más variedades lingüísticas y muchos menos estados. En cada territorio es habitual conocer por lo menos dos lenguas.
por Pilar Safont, Catedrática de Universidad del área de Filología Inglesa, Universitat Jaume I
Sin embargo, la enseñanza de lenguas extranjeras, inglés en particular, ha seguido las metodologías marcadas por entornos en los que se ha promovido el monolingüismo oficial (como el Reino Unido, Estados Unidos, o Francia).
Se han adoptado pedagogías que parten del hecho de que el estudiantado posee una única lengua materna y se afronta desde ésta el aprendizaje de una segunda lengua: se diseña un proceso lineal que va de menos a más.
Adquisición multilingüe, un nuevo ámbito de estudio
Desde principios de este siglo, ha surgido un nuevo ámbito de investigación en adquisición de lenguas que difiere del tradicional campo de adquisición de segundas lenguas (SLA: Second Language Acquisition). Se trata de la adquisición de terceras lenguas (TLA) o plurilingüismo.
Para impulsar esta investigación, en 2001 se creó la Asociación Internacional de Multilingüismo (IAM), donde se presentan y discuten los últimos avances en este ámbito de la lingüística aplicada.
Diferencias cualitativas, no cuantitativas
Aprender una segunda o una tercera lengua no implica únicamente una diferencia cuantitativa al incluir una segunda, tercera o cuarta lengua (L1, L2, L3 o L4) sino, y sobre todo, más bien cualitativa.
La complejidad es inherente al plurilingüismo. La interacción constante entre todas las lenguas conocidas es un hecho que favorece la adquisición de nuevas, pero que presenta patrones de aprendizaje muy distintos.
Diversos estudios llevados a cabo en Europa muestran las peculiaridades de los aprendices que ya son bilingües y apuntan, entre otras, a ventajas concretas como:
- Una mayor conciencia gramatical.
- Mayor habilidad para reflexionar sobre las lenguas, y por tanto, mayor conciencia metalingüística .
- Mayor capacidad para identificar el uso apropiado de las lenguas.
- Mayor diversidad en el uso de marcadores discursivos.
Translingüismo en el aula
Sin embargo, es necesario que el alumnado sepa cómo utilizar dichas ventajas, ya que no parece que tales descubrimientos en investigación se hayan trasladado al aula.
Todavía se enseñan las lenguas por separado, a pesar de que existen normativas que reconocen el plurilingüismo y abogan por el trilingüismo del alumnado, así como estudios sobre los beneficios de nuevos enfoques pedagógicos que incluyen prácticas translinguales.
¿Qué son estas prácticas translinguales?
En realidad es lo que hacemos todas las personas que utilizamos más de una lengua. Es algo natural: de forma casi simultánea, podemos estar escuchando música en inglés, hablando con una amiga en castellano mientras leemos un libro en catalán.
Es frecuente que, en entornos como en la Comunidad Valenciana, Cataluña o el País Vasco, en España, entablemos conversaciones en las que utilizamos más de una lengua sin problema ni dificultad alguna.
Esto mismo, trasladado al aula de una forma planificada y con el objetivo de activar el repertorio plurilingüe del alumnado, es lo que denominamos translingüismo pedagógico. Entre sus características se encuentran las siguientes:
- Está enmarcado en un programa educativo plurilingüe que adopta este enfoque en la enseñanza.
- Todo el alumnado ya conoce dos o más lenguas.
- El objetivo es el desarrollo lingüístico y académico en todas las lenguas del programa.
Reflexionar sobre las lenguas y compararlas
Podemos aumentar la conciencia metalingüística. Es decir: hacer que el alumnado reflexione sobre sus lenguas, las compare, las analice, y utilice estrategias con este fin.
Se han llevado a cabo estudios en este sentido sobre vocabulario, gramática y comprensión lectora, y los resultados han sido muy positivos.
También se pueden preparar actividades en las que el alumnado utilice varias lenguas: elaboración de cómics o cuentos que reflejen con naturalidad la realidad multilingüe y el entorno sociolingüístico del centro educativo.
Se pueden trabajar la tipología textual o aspectos discursivos en general, como la cohesión o la coherencia, y detallarlos utilizando las diversas lenguas de trabajo.
Espacios de respiro para lenguas en minoría
Si el entorno educativo incluye lenguas minorizadas (como catalán, vasco, o gallego), es importante cuidarlas y protegerlas. Se puede dotar al alumno de lo que se denomina “espacios de respiro” a lo largo del día, en los que únicamente se utilice la lengua minoritaria.
Como señalan voces expertas en el tema, el tiempo dedicado a estos espacios de respiro dependerá de la situación y estatus sociolingüístico de la lengua minorizada. Esto último es algo que debería tratarse también en el aula de forma que los aprendices fueran conscientes de la situación de cada una de sus lenguas.
Cambiar la visión monolingüe
Cuando hemos analizado las creencias del profesorado de lenguas sobre el plurilingüismo y la enseñanza de lenguas, sobre todo en lo referente al aprendizaje del inglés o del catalán, observamos bastante escepticismo y desconcierto.
Es difícil cambiar la visión monolingüe que ha imperado en la educación durante muchas décadas. Sin embargo, cabe mencionar que, al trabajar sobre las ventajas de estos nuevos enfoques, el profesorado muestra actitudes muy positivas.
Por este motivo, es fundamental que la formación del profesorado se haga desde un enfoque plurilingüe y que se promueva la investigación sobre este tema y se desbanquen mitos como el bilingüismo equilibrado. Es decir, la falsa idea de que sólo son bilingües aquellos que conocen a la perfección dos lenguas. O el mito de que existen interferencias negativas entre las lenguas que hacen que la clase de inglés deba ser exclusivamente en inglés, y que se ignoren otras lenguas conocidas en el aula.
Ninguna de estas creencias coincide con la realidad del plurilingüismo, su desarrollo y cómo se adquiere una tercera lengua.
Fuente: https://theconversation.com/como-aprender-nuevas-lenguas-aprovechando-las-que-ya-sabemos-186136