El duelo del cuidador es la compleja reacción emocional y psicológica ante la pérdida de la persona que se ha cuidado, que puede comenzar con el duelo anticipado (mientras la persona aún vive) y continuar después del fallecimiento. Se manifiesta con sentimientos de tristeza, culpa, rabia y soledad, pero también puede incluir alivio. Afrontar este duelo implica reconocer los límites, pedir y recibir ayuda, compartir el dolor, realizar actividades significativas y cuidar la propia salud física y mental. 

por Gemini – 9/10/2025 – 21:18


Características del duelo del cuidador

  • Es un proceso multifacético: El duelo del cuidador no solo ocurre tras la muerte de la persona, sino que puede empezar mucho antes, con el duelo anticipado, debido a los cambios y la pérdida de la esencia de un ser querido. 
  • Duelo anticipado: Se refiere a la sensación de amenaza vital o separación inminente antes de que la pérdida ocurra, como el proceso de ver cómo la esencia del ser querido se desvanece. 
  • Sentimientos de ambivalencia: Es común sentir alivio tras la muerte del ser querido y la finalización de los cuidados, junto con la culpa por experimentar ese alivio. 
  • Impacto del síndrome de burnout: El desgaste físico, mental y emocional asociado al rol de cuidador intensifica la experiencia del duelo y puede dificultar su superación. 

Cómo afrontar el duelo del cuidador

  • Permítete sentir: Reconoce que las emociones como la tristeza, la culpa o la rabia son normales y no deben ser ignoradas. 
  • Busca apoyo: Pide ayuda a familiares, amigos o profesionales. No tienes que ser fuerte en todo momento y compartir tu dolor puede ser liberador. 
  • Cuida tu salud: Asegúrate de descansar, comer bien y realizar actividades que te resulten significativas para regresar a tu vida de forma gradual. 
  • Recuerda los buenos momentos: Celebrar los recuerdos felices compartidos con la persona cuidada, como crear un álbum de fotos o plantar un árbol en su honor, puede ayudar en el proceso de curación. 
  • Enfócate en el significado: Reflexionar sobre el propósito y el legado de los cuidados puede darte fortaleza y un sentido de propósito. 
  • Busca recursos comunitarios: El hospicio comunitario puede ofrecer información y recursos para ayudarte a ti o a tu ser querido a afrontar el duelo y la pérdida. 

El duelo del Cuidador: ¿Y DESPUÉS?

El duelo del cuidador comienza con la pérdida de su vida anterior, (trabajos, aficiones, amigos). Y a esto se suma la pérdida de la relación que mantenía con la persona dependiente (esposo, padres, hijos, etc.) y la responsabilidad que supone cuidar de una persona enferma.

por Centro Alayon

El duelo del cuidador comienza desde que asume  el compromiso del cuidado de la persona dependiente

Posteriormente, a corto o medio plazo, se añade la pérdida de la persona dependiente, con la que se tiene una estrecha relación, o bien familiar o de afecto, fruto de horas y días compartidos.

No existen duelos iguales, al igual que no existen personas iguales. Cada uno procesa esta circunstancia de forma diferente. El duelo del cuidador no debe compararse jamás con otras personas en la misma situación.

Sin embargo existen unas pautas generales que pueden ayudar a sobrellevarlo mejor.

Primeramente sé capaz de pedir ayuda, de la forma que sea, por muy fuertes que creamos ser, hay que reconocer nuestros límites. Con la ayuda de los demás es más fácil poder salir adelante. No obstante, aunque no recibas esa ansiada ayuda, ya el mero de hecho de pedirla nos hace ser consciente de nuestra realidad.

Seguidamente, comparte tu dolor con familiares, amigos o profesionales.

En la etapa de duelo del cuidador, se necesita ser escuchado y comprendido

Finalmente, el cuidador necesita ser paciente y generoso consigo mismo. Debe ser consciente que para superar el trauma por el que se está pasando requiere tiempo.

Después del duelo del cuidador, cuando haya asumido la pérdida del ser querido, se debe intentar retomar la vida anterior: trabajo, aficiones, deporte, etc.

Por supuesto, hay que ser consciente que es una tarea ardua, que requiere de mucha disciplina y esfuerzo. Sobre todo después de haberlo dejado de lado durante tanto tiempo por la persona cuidada.

El cuidador ahora tiene la tarea de aprender a cuidarse. Para ello podemos dar una serie de pautas que pueden ayudar en este proceso

En primer lugar, retoma la actividad física. Es importante comenzar poco a poco, como por ejemplo caminar durante treinta minutos al día. Si te gusta el senderismo, es una actividad ideal para hacer deporte y empezar a socializar. Queda con grupos organizados, seguro que ese rato de contacto con la naturaleza y con nuevas personas te ayudan a desconectar.

Seguidamente, si tuviste actividad laboral antes de dedicarte en exclusiva a ser cuidador, intenta retomarlo. Presenta curriculums vitae en puestos de trabajo que te puedan interesar e intenta realizar nuevos cursos de formación que te ayudarán a conseguirlo.

Asimismo, apóyate en la familia y amigos. Haz con ellos planes que seguro habías dejado de lado. Si tienes oportunidad organiza alguna reunión con ellos o planea alguna escapada.

Fuente: https://www.antonioalayon.com/el-duelo-del-cuidador-y-despues/


El duelo del cuidador no profesional

El tema que abordamos en este artículo encierra en sí mismo una paradoja: cuidar a quien cuida. Sin embargo, se trata de un tema altamente complejo en el que intervienen multitud de factores.

por Sara Losantos, psicóloga de FMLC

Los cuidadores no profesionales -frente a los profesionales socio-sanitarios– son personas que, por diversas circunstancias, se ven obligadas a hacerse cargo del cuidado de alguien cercano, en general un familiar (padres, pareja, hijo) que no puede valerse por sí mismo.

Desde nuestra perspectiva profesional, sabemos que los duelos que vive el cuidador principal son múltiples: por un lado, está el duelo por la pérdida de la relación que tenía con el enfermo, tal y como la tenía concebida. En ocasiones el cuidador buscará la relación con el enfermo tal como era antes de la enfermedad -como puede ocurrir en un caso de Alzheimer- y se frustrará al no encontrar la esencia de la persona que era. También se pierden las actividades que se hacían con esa persona.

Por otro lado, está la pérdida de los planes que cada uno había hecho para su propia vida: por ejemplo, una persona soñaba con jubilarse e irse a vivir al campo, pero de repente las cosas han cambiado y eso requiere adaptarse rápidamente a ellas, porque el cuidador vive muchos cambios en poco tiempo.

Las pérdidas que sufre el cuidador no profesional

Otro aspecto que representa una pérdida para el cuidador es la del tiempo de ocio, para sí mismo. Ésta es una de las mayores paradojas que encierran los cuidados al cuidador, ya que para llevarlos a cabo se necesita tiempo, un tiempo que se le roba al enfermo, con la carga de culpa que eso conlleva. A veces, también se da la situación de que sea imposible reservarse este tiempo de ocio, porque no hay con quien dejar al enfermo.

A menudo se culpabiliza al cuidador por no dedicarse más tiempo a sí mismo, por no sobrevivir a la situación de la mejor manera posible. Se juzga al cuidador como si fuera fácil serlo. No somos conscientes de la enorme complejidad que implica dedicarse a cuidar a alguien, porque no queda más remedio.

Claves para ayudar a los cuidadores a afrontar sus duelos

– Pedir ayuda, de la forma que sea: porque somos seres sociales y necesitamos a los demás porque no podemos con todo solos. Por muy capaces y fuertes que seamos, reconocer que se necesita ayuda siempre es un paso hacia adelante.

– Pedir ayuda no siempre implica recibirla: pero al menos nos quedará la  sensación de que hemos hecho todo lo posible por nosotros mismos.

– Compartir es un modo de diluir el dolor. Compartir implica ser escuchados y, con frecuencia, ser comprendidos.

– Ser generosos y pacientes: con nosotros mismos y nuestras propias reacciones.

Se dice que cuidarse a uno mismo permite seguir cuidando al familiar que depende de cada uno, es decir, que cuidarse es un ejercicio de responsabilidad. Aunque esto es verdad a nivel práctico, también es cierto que cualquier persona tiene derecho a cuidarse, ya que somos algo más que cuidadores. El problema de que alguien se defina a sí mismo sólo como cuidador es que, si en algún momento (por fallecimiento, por ejemplo) se pierde ese rol, le resultará más complicado redefinir la propia identidad.

Cómo pueden cuidarse los cuidadores no profesionales

– Caminar treinta minutos al día, porque caminar a ritmo rápido reduce el estrés. Caminar en grupo también tiene efectos beneficiosos sobre la salud.

– Crear y mantener lazos con personas que puedan servir de apoyo, aunque no sea un apoyo institucional.

– Cuidar la alimentación, ya que ser cuidador requiere mucha energía.

– Concentrarse en la respiración al menos unos minutos al día, ya que prestar atención al aquí y al ahora rebaja la ansiedad y protege frente al estrés.

– Expresarse ante todo aquel que quiera escuchar, o escribir.

Fuente: El tema que abordamos en este artículo encierra en sí mismo una paradoja: cuidar a quien cuida. Sin embargo, se trata de un tema altamente complejo en el que intervienen multitud de factores.

Los cuidadores no profesionales -frente a los profesionales socio-sanitarios– son personas que, por diversas circunstancias, se ven obligadas a hacerse cargo del cuidado de alguien cercano, en general un familiar (padres, pareja, hijo) que no puede valerse por sí mismo.

Desde nuestra perspectiva profesional, sabemos que los duelos que vive el cuidador principal son múltiples: por un lado, está el duelo por la pérdida de la relación que tenía con el enfermo, tal y como la tenía concebida. En ocasiones el cuidador buscará la relación con el enfermo tal como era antes de la enfermedad -como puede ocurrir en un caso de Alzheimer- y se frustrará al no encontrar la esencia de la persona que era. También se pierden las actividades que se hacían con esa persona.

Por otro lado, está la pérdida de los planes que cada uno había hecho para su propia vida: por ejemplo, una persona soñaba con jubilarse e irse a vivir al campo, pero de repente las cosas han cambiado y eso requiere adaptarse rápidamente a ellas, porque el cuidador vive muchos cambios en poco tiempo.

Las pérdidas que sufre el cuidador no profesional

Otro aspecto que representa una pérdida para el cuidador es la del tiempo de ocio, para sí mismo. Ésta es una de las mayores paradojas que encierran los cuidados al cuidador, ya que para llevarlos a cabo se necesita tiempo, un tiempo que se le roba al enfermo, con la carga de culpa que eso conlleva. A veces, también se da la situación de que sea imposible reservarse este tiempo de ocio, porque no hay con quien dejar al enfermo.

A menudo se culpabiliza al cuidador por no dedicarse más tiempo a sí mismo, por no sobrevivir a la situación de la mejor manera posible. Se juzga al cuidador como si fuera fácil serlo. No somos conscientes de la enorme complejidad que implica dedicarse a cuidar a alguien, porque no queda más remedio.

Claves para ayudar a los cuidadores a afrontar sus duelos

– Pedir ayuda, de la forma que sea: porque somos seres sociales y necesitamos a los demás porque no podemos con todo solos. Por muy capaces y fuertes que seamos, reconocer que se necesita ayuda siempre es un paso hacia adelante.

– Pedir ayuda no siempre implica recibirla: pero al menos nos quedará la  sensación de que hemos hecho todo lo posible por nosotros mismos.

– Compartir es un modo de diluir el dolor. Compartir implica ser escuchados y, con frecuencia, ser comprendidos.

– Ser generosos y pacientes: con nosotros mismos y nuestras propias reacciones.

Se dice que cuidarse a uno mismo permite seguir cuidando al familiar que depende de cada uno, es decir, que cuidarse es un ejercicio de responsabilidad. Aunque esto es verdad a nivel práctico, también es cierto que cualquier persona tiene derecho a cuidarse, ya que somos algo más que cuidadores. El problema de que alguien se defina a sí mismo sólo como cuidador es que, si en algún momento (por fallecimiento, por ejemplo) se pierde ese rol, le resultará más complicado redefinir la propia identidad.

Cómo pueden cuidarse los cuidadores no profesionales

– Caminar treinta minutos al día, porque caminar a ritmo rápido reduce el estrés. Caminar en grupo también tiene efectos beneficiosos sobre la salud.

– Crear y mantener lazos con personas que puedan servir de apoyo, aunque no sea un apoyo institucional.

– Cuidar la alimentación, ya que ser cuidador requiere mucha energía.

– Concentrarse en la respiración al menos unos minutos al día, ya que prestar atención al aquí y al ahora rebaja la ansiedad y protege frente al estrés.

– Expresarse ante todo aquel que quiera escuchar, o escribir.

Fuente: https://fundacionmlc.org/cuidador-no-profesional/

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