por Silvia Sánchez
Muchas mujeres sufren de desconexión con su Esencia Femenina. Esto las hace sentirse desubicadas e inseguras y no sean capaces de desarrollar todo su potencial y creatividad.
Venimos de una cultura orientada hacia lo masculino donde lo “Femenino” ha sido ignorado, negado, despreciado o incluso destruido. Ya en la edad media, a la mujer trasgresora, diferente, revolucionaria que tenía una visión diferente de la vida, se la tachaba de bruja y se la quemaba en la hoguera.

Luego y por mucho tiempo, las mujeres han aceptado que ser poderosa significa ser dura, agresiva, fuerte y tenerlo todo bajo control; olvidando que las verdaderas cualidades que nos hacen fuertes por el lado femenino, es nuestra dulzura, inclinación natural de cooperar y comunicarnos, nuestro poder de atracción y la capacidad de apertura para conectarnos con la vida.
Además, Y para probarnos que somos parte de este mundo, hemos tratado de arder como los hombres cuando nuestra luz natural es más suave, más firme y más extensa. Allí es donde radica nuestro verdadero poder.
En el mundo laboral y de los negocios, respetar nuestra esencia femenina es una prueba a la que estamos expuestas continuamente. Muchas mujeres pagan un precio muy alto por tener “éxito” ya sea quemándose por dentro, enfermando, descuidando su vida, su pareja y su familia.
Tratamos estos temas con mayor profundidad en este webinar Conciliar SIN Culpabilidad.
¿Por qué muchas mujeres están desconectadas con su esencia femenina?
Vivimos en una sociedad de hombres, hecha para hombres y dominada por hombres donde parece que mostrar la feminidad está mal visto, donde parece que tener necesidades femeninas es vergonzoso.
Las mujeres tenemos un ciclo menstrual que hay que respetar. Hay días en los que estamos más dinámicas, y otros donde estamos introspectivas y analíticas, es tiempo de reflexión.
Eso significa que, si aprendes a respetar tus ciclos, podrás aprovechar al máximo tu potencial, porque sabrás utilizar tus épocas dinámicas para la acción, desempeño de habilidades y puesta a punto de tus proyectos y tus épocas reflexivas para el análisis y creación de estrategias y planes de acción.
Antaño, en la antigua Europa de 5000 años atrás, donde reinaba la sociedad matriarcal, las mujeres se juntaban y discutían el gobierno de la tribu; cuando tenían algún problema, los hombres las consultaban y sus opiniones eran altamente respetadas. En aquel entonces, el hombre entendía que la intuición de la mujer las hacía sabias.
También, en las antiguas tribus americanas, las mujeres dormían juntas y hasta soñaban juntas; así se despertaban inspiradoras para guiar el destino de la tribu.
¿Qué ha pasado en la sociedad actual?
Nos han hecho creer que los hombres y las mujeres somos iguales; y eso no es así. Muchas veces me miro al espejo y cada vez más me cuesta encontrar igualdades con el sexo opuesto. Es curioso, nos dicen que somos iguales al hombre y al mismo tiempo que son el sexo opuesto… ironía, burla, sarcasmo o contradicción.
Se ha confundido la igualdad del hombre y la mujer, con la igualdad de oportunidades.
Entonces si las mujeres decidimos seguir las normas para ser igual a los hombres, tendremos que ser altamente competitivas, de carácter fuerte y duro, peleadoras a más no poder, perseguir situaciones y ser defensoras del individualismo, etc. etc. etc…. pero a donde vamos, si la esencia, natural de la mujer no es esa…
- La mujer atrae, no persigue situaciones, no persigue personas, no persigue hombres…
- La mujer coopera, acompaña, tiene poder conciliador… el hombre compite
- La mujer une, cohesiona… la mujer no es individualista, no se aísla, no se cierra, no busca la separación.
Querer ser igual al hombre tiene un precio muy caro, porque tenemos que entrenarnos y adquirir características que no son innatas. Pelear por ser igual al hombre nos hace débiles porque perdemos el poder que tenemos por naturaleza.
Habrás escuchado mil y una vez que las mujeres siempre tienen que ir demostrando, que son listas, que son inteligentes, que son aptas, que son, que son y que son… para conseguir puestos de responsabilidad o dirección, y que todo les cuesta doble que a los hombres.
Eso es porque se intenta pelear con las mismas armas masculinas cuando nuestras virtudes son otras, cuando nuestro poder natural, radica en otro tipo de cualidades.
La mujer pierde poder cuando intenta pelear con armas masculinas.